CONVIÉRTELOS EN HÁBITOS
Si incorporas a tu rutina diaria estos simples gestos después de comer, perderás peso con más facilidad.
1- Lávate los dientes. Si eres un pozo sin fondo y siempre tienes hambre, si eres de esos que acaban su comida y pican un trocito de queso con pan, algo de embutido o algo dulce después de comer, un buen truco para dar por finalizado el ágape es lavarte los dientes inmediatamente después de comer. Será una manera simbólica de decirle a tu cerebro que ya has acabado, y de evitar seguir comiendo.
2 - En la misma línea, masca chicle. Para evitar seguir picoteando incluso cuando has acabado de comer, especialmente si es una de esas comidas de domingo y estás de sobremesa, una buena idea es masticar un chicle sin azúcar justo después de comer. Evitarás repetir de pastel.
3- Un paseíto, por pequeño que sea. Tanto si comes en casa como en la oficina es recomendable reservar un cuarto de hora para caminar después de comer. ¿Y si sales a tomar el café a ese bar que está un poco más lejos pero que hacen un café más bueno? Disfrutarás de un doble placer: un mejor café y una sensación más ligera.
4- Infusiones diuréticas. Especialmente ahora, que aprieta el calor y quien más quien menos se siente más hinchado pese a apenas comer. Las infusiones diuréticas (jengibre, cola de caballo, diente de león) nos ayudarán a eliminar líquidos, ir más al baño y sentirnos más ligeros y deshinchados. ¿Qué tal si sustituyes ese cortadito de después de comer por una buena infusión con hielo? Verás, además, lo bien que te sientan. ¡Están buenísimas!
5- Bebe agua. A voluntad, toda la que te apetezca. El agua antes, durante y después de las comidas no solo hidrata (imprescindible en estas fechas), sino que aumentará la sensación de saciedad y hará que comamos menos. Si eres de los que se aburren con el agua, prueba a añadir unas cáscaras de limón o algún trozo de fruta saborizante. Será como tomar un refresco.
6- De postre siempre fruta. Lo primero que debemos hacer si queremos perder peso es optar por postres ligeros, pues a menudo es precisamente el postre el plato en que cargamos más calorías. Nada de pastelillos, flanes o helados, ni tampoco postres lácteos procesados con azúcares añadidos. Nuestro postre debería ser una pieza de fruta o un yogur natural. Nada más.
7- ¿Has probado a saltarte el postre? Algunos nutricionistas recomiendan un truco que funciona muy bien para aquellos a los que les gusta comer pocas cantidades cada pocas horas, para que no lleguen con un hambre canina a la merienda o la cena. Evita la fruta después de comer y reserva un par de piezas para comer un rato después- Es decir, si comes a las 14 h y a las 16 h ya empieza a picarte el gusanillo, es el momento de tomar las dos piezas de fruta que reservaste a mediodía. Te darán azúcar y energía cuando tu cerebro empieza a reclamarla, tras el esfuerzo del día, y harán que llegues con menos hambre al próximo ágape.
8- Sí a la siesta (mejor: siestecita). Si tienes el hábito de echar una cabezadita después de comer, siempre que no supere los 20 minutos (de lo contrario te levantarás aplatanado y falto de energías), no vamos a ser nosotros los que te digamos que dejes de hacerlo. Está demostrado que las siestas cortas ayudan a reponer fuerzas, hacen que lleguemos al final del día despejados y a tope, lo que evitará, probablemente, esos antojos tontos de media tarde en forma de 'snacks' y alimentos procesados y azucarados a los que solemos recurrir cuando estamos agotados.