HÁBITOS ALIMENTARIOS
Económica, accesible, fácil de preparar o comprar y palatable… Conocer los factores que influyen en el consumo de comida rápida es importante para promover medidas que impacten en la mejora de hábitos alimentarios de la población sin apelar a la responsabilidad individual y a las prohibiciones.
La llamada comida rápida, representada por grandes empresas con franquicias distribuidas por todo el mundo, se caracteriza por comidas con un bajo perfil nutricional (carnes procesadas, grasas de mala calidad, azúcares y sal) a un bajo coste y con un proceso de elaboración que no requiere de tiempo, esfuerzo ni de habilidades culinarias.
Debido a que no existe una única razón por la cual las personas consumen comida rápida, en este artículo se presenta una recopilación de algunos factores clave que según las evidencias científicas actuales influyen en su consumo, muchos de los cuales están relacionados.
Las condiciones laborales se asocian significativamente tanto con la probabilidad como con la frecuencia de consumo de comida rápida.
Por un lado, la sobrecarga laboral y el pluriempleo pueden contribuir a aumentar la presión individual y las elecciones nutricionalmente menos interesantes.
Por otro lado, el empleo a tiempo completo se relaciona con una mayor estabilidad laboral y unos mayores ingresos y con menos necesidad de comprar alimentos más baratos.
Sin embargo, trabajar a tiempo parcial disminuye la probabilidad de consumo de comida rápida, probablemente al tener más tiempo libre para organizar y preparar las comidas, así como una carga de estrés menor.
Por último, la presencia de comedores que ofrecen comidas en el trabajo disminuye la frecuencia de consumo de comida rápida.
Algunas investigaciones muestran que vivir en grandes ciudades juega un papel más importante en la probabilidad y frecuencia del consumo de comida rápida porque el acceso a varios puntos de venta de comida rápida aumenta.
Las evidencias muestran también que hay más comida rápida en las zonas económicamente más desfavorecidas, donde además tienen un acceso más limitado a los recursos de promoción de la salud que residentes de áreas más prósperas.
Los establecimientos de comida nutricionalmente más interesante no amortiguaron el impacto potencialmente nocivo de los establecimientos de comida rápida. Estos estudios son de EE. UU., Reino Unido, Australia y Canadá, por lo que estos resultados parece que podrían generalizarse al mundo occidental.
Los mensajes sobre alimentación se envían a un amplio grupo demográfico a través de múltiples técnicas y canales, incluida la publicidad y los medios de comunicación.
Los resultados de los estudios proporcionan evidencias que sugieren que la exposición acumulada a la publicidad de comida rápida está relacionada con el mayor consumo de comida rápida tanto en la edad adulta, como en la adolescencia y en la infancia, inclusive en la edad preescolar, lo que destaca la vulnerabilidad en la infancia frente a la publicidad persuasiva.
Por otro lado, la comida rápida se ha visto como un aspecto clave de la identidad alimentaria de la juventud, una forma de expresar una imagen y un estilo de vida, mientras que la comida nutricionalmente más interesante, entra en conflicto con esta identidad. Muchas personas eligen o se sienten presionadas a comer de una manera influenciadas por el sentido de pertenencia al grupo.
La elección de comida rápida está asociada con un nivel de educativo más bajo. Sin embargo, la investigación sugiere que una deficiente alfabetización en salud es un predictor más fuerte de la salud que variables como la edad, el origen étnico, los ingresos, la situación laboral y el nivel educativo y se reconoce como una causa de las desigualdades en salud tanto en los países más ricos como en los más pobres. La alfabetización en salud se refiere al conocimiento y las habilidades de un individuo en materia de salud y enfermedad.
Un concepto emergente es la alfabetización alimentaria, que abarca tanto las habilidades alimentarias individuales, la seguridad alimentaria comunitaria y la alfabetización en salud.
Sin embargo, incluso si la población hubiera aumentado la alfabetización en salud o la alfabetización alimentaria, los mensajes alimentarios contradictorios procedentes de diversas fuentes hacen que tomar decisiones más saludables sea un desafío para la sociedad.
Una revisión sistemática y metaanálisis de veintisiete estudios concluyó que los patrones de dieta nutricionalmente más interesantes son más caros.
La diferencia de precio entre las opciones nutricionalmente más y menos interesante, es otro factor que influye en las elecciones alimentarias y la comida rápida es más barata.
El hambre hedónica es un fenómeno que describe la forma en que los factores sensoriales, incluidos la vista, el olfato y la palatabilidad, combinados con la disponibilidad de alimentos, pueden aumentar el apetito a un nivel que abruma a los mecanismos de autorregulación. La publicidad, la disponibilidad de los puntos de venta y los menús de comida rápida brindan señales ambientales que pueden influir en el aumento de este tipo de hambre.
Además, las evidencias nos muestran que la combinación de grasas, sal y azúcar que se utiliza para optimizar la palatabilidad de estos alimentos incita a un consumo más compulsivo.
Comprendiendo lo que la ciencia nos dice sobre los diferentes factores que influyen en el consumo de comida rápida, podemos identificar y promover medidas que impacten en una mejora de los hábitos alimentarios de la población, ya que apelar a la responsabilidad individual de las elecciones alimentarias es una estrategia que no solo se ha visto que no funciona, sino que, además, puede conllevar otro tipo de consecuencias.