HALLAZGO HISTÓRICO

Una vivienda en Toledo esconde durante 300 años una carta de amor

Los muros de una antigua vivienda del casco histórico de Toledo han escondido durante trescientos años una carta de amor, al parecer prohibido, que escribió con pluma de ave un enamorado caballero a una mujer toledana.

Los muros de una antigua vivienda del casco histórico de Toledo han escondido durante trescientos años una carta de amor, al parecer prohibido, que escribió con pluma de ave un enamorado caballero a una mujer toledana.

La misiva, que salió a la luz hace unos treinta años con las obras de remodelación de la vivienda y que ahora ha sido documentada, recoge toda una declaración de amor de don Alfonso de Vargas y Montes a su "muy amada" doña María de Sierra.

"Es mi afición tanta a vuesa merced que me abraso en amores", escribe en un castellano antiguo sobre papel verjurado (de grosor variable) don Alfonso, quien también alaba la caligrafía de su amada al afirmar no haber visto letra "mejor de mujer", lo que evidencia que existía correspondencia entre ambos.

Pero este amor debía ser prohibido y, de hecho, la carta, fechada el 29 de octubre de 1700, apareció escondida en una viga de madera e introducida en ella a través de una grieta en la pared, según explica a Efe la propietaria de la vivienda que alberga la misiva, Marina Riaño.

Riaño desvela que la carta estaba enrollada como un canutillo y atada con un hilo ya descompuesto -nada más tocarlo se deshizo- a una espiga de centeno o trigo, que la dama había utilizado para empujar la carta hasta el interior del muro.

"Aquí está el tesoro, aquí está", gritaron al encontrar la carta los albañiles, ya experimentados en obras de viviendas del centro de la ciudad y acostumbrados a los hallazgos, lo que ayudó a que la trataran con delicadeza para evitar su rotura.

Marina Riaño, profesora de francés jubilada que ha sido recientemente nombrada Hija Adoptiva de Toledo, guardó la carta entre dos cristales para facilitar su conservación. Después, su hija intentó sin éxito localizar en el archivo municipal al autor de la misma, algo impensable en el caso de la dama porque en aquella época las mujeres no estaban censadas.

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