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La Rioja

Vicenta ya tiene identidad y tres hermanos a los que abrazar

Vicenta, una nonagenaria de Alfaro (La Rioja), ha querido saber siempre cuál era su identidad. Entregada en un hospicio no tenía ningún rastro de su origen. El empeño de su nieta, su hija y el cruce de un banco de datos de ADN le han permitido saber quién es y poder abrazar a tres hermanos de los que desconocía la existencia.

Vicenta tiene casi noventa años. No acaba de confesar su edad exacta, en parte por coquetería, y en parte porque hasta hace muy poco no sabía la fecha de su nacimiento. El origen de la historia de esta mujer afincada en Alfaro (La Rioja), ha sido toda su vida un misterio y una obsesión "Es muy triste preguntarte, quién soy, quién soy, quién soy...", lamenta.

Su recuerdo más remoto es el de unas monjas, "con grandes alas en el tocado y unos enormes baberos blancos". Un hospicio que no sabía situar en el mapa. Luego, hasta los siete años, un colegio en Alfaro y posteriormente una adopción con una familia de la que no guarda un buen recuerdo. "De él, un pastor, nunca me he quejado, pero ella me trató muy mal", explica.

Con 18 años se independizó. Cuando quiso casarse fue más consciente aún de su falta de identidad. "El cura me dijo, sin papeles no te puedo casar. Ah, pues me voy a vivir con mi novio, le repliqué. El párroco se echó las manos a la cabeza diciendo horrorizado que aquello era pecado. Al final escribieron a Roma y me casé, después de haberme bautizado, claro", cuenta.

Durante los años en los que crio a sus cuatro hijos y levantó junto a su marido un negocio familiar, la duda sobre su origen seguía ahí. "Pero cuando ya enviudé, muchas veces me metía en la cama y pensaba otra vez, quién soy, quién soy, quién soy".

Su familia la ayudó a encontrar su identidad

Un día su nieta quiso ayudar a la "yaya" buscando la magia de las redes. "Puse un tuit explicando la historia de la mi abuela a ver si había suerte", recuerda Estrella. Y la hubo. Alguien les habló de MyHeritage, una página web que cruza ADNs de todo el mundo. Casi una moneda al aire. Pero funcionó.

En la web les dijeron que había una remota coincidencia de una persona en un pueblo de Valladolid. "Un leve hilo del que empezar a tirar", apunta Pilar, hija de Vicenta y madre de Estrella.

El primer obstáculo fue la persona con la que había esa leve conexión. No quiso colaborar. Pero eso no echó para atrás a Pilar que durante dos años ha rastreado hospicios, ayuntamientos, registros, prensa de la época. "Hasta tumbas he ido visitando para leer apellido en las lápidas", afirma.

La investigación en la que recorrió miles de kilómetros entre La Rioja y Castilla-León tenía una dificultad añadida. "El apellido de mi madre, Ruiz, no era el suyo auténtico. Sin embargo, a la larga, fue una buena pista porque era el mismo que el del fundador de un hospicio, y era costumbre apellidar a los bebés con el nombre del centro de acogida".

Hace unos meses una pista les llevó a conocer a unos primos. "Nos recibieron de maravilla". Pero hace unas semanas recibieron una sólida pista de tres hermanos de una localidad vallisoletana que alguna vez oyeron que su madre tuvo un bebé que murió. "Les pedí el ADN y me lo dieron. El día 15 de diciembre a las seis de la mañana no podía dormir, mire en la aplicación y ahí estaba: eran sus hermanos", aclara Pilar.

"Aquel día vino Pilar a casa y venía a la vez riendo y llorando. No hay palabras para explicar aquella emoción", comenta Vicenta. Al día siguiente viajaron a Valladolid a conocer en vivo a los tres hermanos. Los llantos estuvieron por encima de las palabras “Hermanita, hermanita, me decían”, evoca Vicenta aún entre lágrimas de emoción.

En estas dos semanas, las llamadas entre La Rioja y Valladolid han sido diarias. "Ahora solo le pido a Dios poder vivir unos años más para conocer mejor a mis tres hermanos", explica..

Vicenta ya ha encontrado su identidad y a unos hermanos que no conoció en toda su larga vida.

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