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Al menos un vuelo diario se retrasa por culpa de pasajeros ebrios

Cuatro pasajeros borrachos iniciaron una pelea que puso en riesgo la seguridad en vuelo. No es la primera vez que ocurre.

Vuelos que conectan zonas turísticas con Europa, sobre todo desde las Islas Canarias y Baleares. En muchas ocasiones, los pasajeros suben ebrios al avión o beben demasiado durante el trayecto. Provocan peleas con otros viajeros, primero verbales y en ocasiones llegan a las manos.

Para que estos clientes no llegaran a embarcar deberían ser detectados en los mostradores de facturación o en los de embarque. Cada aerolínea tiene su política de admisión y de venta de alcohol a bordo.

Situaciones en los aviones

Estar ebrio no es un delito, pero es motivo de expulsión lo que se hace cuando se está borracho: gritar, agredir, insultar. Muchos de ellos ponen en peligro la seguridad de la tripulación y de los pasajeros. Se han dado casos en los que en los momento más críticos del vuelo, aterrizando o despegando, han intentado abrir las puertas del aeroplano "para refrescar el ambiente".

La máxima y última decisión en un vuelo es del comandante. Si este decide retrasar o desviar un avión por culpa de un pasajero, supone tasas de aterrizaje, combustible extra, pérdida de conexiones y las correspondientes indemnizaciones. Calculando por lo bajo medio millón de euros. Con razón a veces se han tomado medidas extremas. Hasta el punto de tener que atar al asiento a un viajero borracho para inmovilizarlo. En esta situación límite además el hombre fue detenido al llegar a Miami. Hay quienes por otro lado, se agarran a Dios y al alcohol para intentar llegar a tierra con un motor averiado.

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