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Mayores de Antequera se convierten en guías para jóvenes estudiantes

Sabiduría y aprendizaje se dan la mano en los Dólmenes de Antequera en una actividad intergeneracional en el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera.

Mayores de Antequera se convierten en guías para jóvenes estudiantesAntena 3 Noticias

Los mayores de la residencia de San Juan de Dios demostraron que la experiencia, que sólo da los años vividos, es un tesoro inagotable. Se han convertido por un día en guías del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera. Un grupo de 30 residentes compartió sus conocimientos y recuerdos con los alumnos del ciclo de grado medio de Atención a Personas en Situación de Dependencia del instituto José María Fernández, en una actividad intergeneracional que unió pasado y futuro.

Esta experiencia, que se ha celebrado por primera vez este martes, tuvo como escenario natural el imponente conjunto arqueológico, que los mayores conocen desde hace décadas. Sus relatos, cargados de historia y anécdotas, despertaron en los jóvenes el interés por un patrimonio que, más allá de las piedras, late con las vivencias de quienes lo han cuidado y admirado durante toda una vida. Un enriquecedor encuentro, donde el aprendizaje fluyó en ambas direcciones.

La idea, según cuenta a Antena3 Noticias, José González, educador social de la residencia San Juan de Dios de Antequera, ha partido de los propios mayores. La iniciativa fue muy bien acogida por el instituto y se pusieron todos manos a la obra. Para ello, estos guías senior se formaron sobre el conjunto arqueológico durante varias semanas.

“Para los mayores, el estar con jóvenes es un día grande, porque se sienten importantes únicos, escuchados... En este caso ellos cuentan sus vivencias en este enclave y eso para ellos es la mayor de las medicinas”, subraya el educador social.

Un día especial

El día fue mucho más que una excursión para los residentes: les permitió sentirse útiles, valorados y activos, algo fundamental para su bienestar emocional. Con orgullo, compartieron detalles sobre los dólmenes de Menga, Viera y El Romeral, describiendo su orientación hacia los equinoccios o su integración con la Peña de los Enamorados. Los estudiantes, atentos a cada palabra, no solo escucharon lecciones de historia, sino también de vida, aprendiendo del ejemplo de una generación que aún tiene mucho que ofrecer.

Encarni Castillo, es residente del centro San Juan de Dios desde hace un año y medio y ha ejercido de guía. “La convivencia con la gente joven me encanta, nos da una inyección de vida, porque son muy jóvenes y nosotros le aportamos a ellos también nuestra experiencia” comenta.

Encarni cuenta, a Antena3 Noticias, que ella no es de Antequera “pero al estar casada con un antequerano lo he vivido mucho”, asegura. “La primera vez que yo estuve en la cueva Menga, como se le decía antiguamente, yo estaba embarazada de mi hijo, hace 50 años ya, y mi hija tenía 3 añitos. Tengo una foto de ese día subida ella en las piedras de la puerta. De aquella ya había un guarda, porque antes era un refugio de la gente del campo cuando hacía mal tiempo, pero ya empezaban a darle el valor que tiene” rememora esta residente.

Mientras los jóvenes acompañaban a los mayores, practicaron valores esenciales para su futura profesión: empatía, respeto y paciencia. La jornada les permitió aplicar de forma real las enseñanzas de su ciclo formativo, entendiendo que cuidar va más allá de atender necesidades básicas; se trata de conectar, escuchar y valorar a las personas.

Para los estudiantes del grado medio esta actividad es más que interesante, ya que “son jóvenes que se están formando para trabajar con el colectivo de mayores. Esta es una parte práctica en la que ellos hacen una toma de contacto con el mayor para ver si realmente es la profesión a la que se quieren dedicar” destaca José González.

Gema Valle, es una de las estudiantes del instituto José María Fernández y está cursando el ciclo de grado medio de Atención a Personas en Situación de Dependencia. Explica que la actividad, antes de llevarla hoy a la práctica, ya la habían trabajado previamente en el aula, “cuando nos dieron la idea estábamos encantados porque es algo fuera del centro. Visitamos y aprendemos de los mayores” destaca. Gema reconoce que, aunque es de Antequera y ya había visitado el conjunto de dólmenes, esta convivencia le ha ofrecido una experiencia nueva, “ellos lo han vivido en otro momento, en otra época, donde las cosas eran diferentes. Es una buena idea para enseñarles a ellos como han cambiado las cosas, como han mejorado” asegura la estudiante.

El vínculo que se forjó entre ambas generaciones marcó un precedente que promete consolidarse como una cita imprescindible. Los mayores, con su historia a cuestas, son los mejores cicerones de la vida, y los jóvenes, ávidos de aprender, son el relevo perfecto para que su legado nunca se pierda. En este día único, la sabiduría del pasado y el entusiasmo del futuro se encontraron, dejando una huella tan profunda como la de las piedras milenarias de los dólmenes.

Los Dólmenes de Antequera

El Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera (CADA), gestionado por la Junta de Andalucía, es Patrimonio Mundial desde 2016 y uno de los yacimientos prehistóricos más relevantes de España. Comprende los dólmenes de Menga, Viera y el tholos de El Romeral, junto con yacimientos asociados como el Cerro del Marimacho. Estas estructuras, que abarcan desde el Neolítico al Calcolítico, reflejan dos tradiciones arquitectónicas: la atlántica, con grandes bloques adintelados, y la mediterránea, con mampostería abovedada. Entre sus elementos únicos destaca Menga, el mayor dolmen de Europa, con pilares intermedios y un pozo misterioso en su interior.

La singularidad de estos monumentos se refuerza por su orientación: Viera está alineado con el sol en los equinoccios, mientras que Menga y El Romeral miran hacia hitos del paisaje como la Peña de los Enamorados y El Torcal. Distribuidos en dos recintos, dentro de Antequera y en su vega, los túmulos que los cubren han permanecido intactos, algo excepcional en la península ibérica. Este conjunto, abierto al público desde finales del siglo XIX, no solo destaca por su valor arqueológico, sino también por su conexión única entre patrimonio cultural y entorno natural.

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