Okupas
Dejó de faenar por una cardiopatía y alquiló su barco. Un negocio que se volvió en su contra.
Manuel Iglesias tuvo que dejar de faenar a la fuerza. Después de detectarle una cardiopatía en un reconocimiento médico, en el año 2019 no le dejaron salir más a pescar. Por aquel entonces ya había solicitado el desguace de su embarcación, el Cabo de Hornos Dos, en A Coruña.
Para sorpresa de él le denegaron el despiece. Ante esta situación decide vender el barco, pero la opción de alquilarlo se cruza en su camino. Un negocio que se volvió en su contra.
En julio del mismo año firma con su arrendatario el contrato. Un acuerdo en el que, como explica Manuel, se le quedó en el tintero incluir una clausula de recisión del acuerdo. Desde ese momento comenzó una auténtica pesadilla para este marinero retirado.
Su ‘inquilino’ no le paga las mensualidades que habían acordado: “En octubre si que pagó, la mujer pagó en diciembre. Hasta el año 2020 no me volvió a realizar ningún pago. Después si que me pago varias mensualidades juntas” explica Manuel, que siente que un okupa tiene su barco. A día de hoy, la deuda asciende a casi unos 4.000 euros por atrasos, que si se le suman las mensualidades que quedan hasta que se termine el contrato (14 meses) puede ascender a unos 27.000 euros.
Además de la falta de pago, Manuel denuncia que la persona a la que alquiló el barco “lo tiene en muy mal estado”. Incluso le ha llegado a cambiar el motor, una modificación que tiene que autorizar el dueño de la embarcación. Ahora, ante la desesperación, ha recurrido a su abogado que ha presentado una denuncia ante estos hechos. También ha acudido a otras instancias administrativas, como Capitanía Marítima o la cofradía, con el fin de buscar una solución a su problema.