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Aguas residuales

Una familia vive atrapada entre aguas residuales: "Esto es inhumano, no podemos seguir viviendo así"

Juan José, su mujer y su hijo discapacitado enfrentan cada día malos olores, moscas y riesgos de salud por un estanque contaminado.

En el Lomo Las Azucenas, en Santa María de Guía (Gran Canaria), la vida de Juan José Ramos y su familia ha cambiado radicalmente desde hace siete meses. Su hogar, que debería ser un espacio seguro y acogedor, se encuentra rodeado por un estanque de aguas residuales que emite un olor insoportable y atrae moscas y otros insectos.

El problema comenzó con la rotura de una tubería de saneamiento que ha inundado el estanque junto a su vivienda. Desde entonces, el día a día de Juan José, su esposa y su hijo, que padece una discapacidad del 90% por una parálisis cerebral, se ha vuelto insostenible. "Esto es inhumano, no podemos seguir viviendo así", denuncia el padre, desesperado por la falta de atención al problema.

Siete meses de abandono

Pese a sus repetidas quejas a las autoridades, nadie ha tomado medidas para solucionar el problema. Mientras tanto, el estado del estanque sigue empeorando, y con él, los riesgos para la salud de la familia. “Esto es insoportable siempre, pero con calor es todavía mucho peor", explica Juan José, visiblemente afectado por la situación.

Además de los riesgos inmediatos, como las infecciones bacterianas y los problemas respiratorios provocados por el sulfuro de hidrógeno presente en las aguas residuales, la familia enfrenta la constante amenaza de plagas, como mosquitos y ratas, que se multiplican en estas condiciones.

Una gestión de saneamiento insuficiente

El caso de esta familia vuelve a encender el debate sobre las carencias en el mantenimiento de las infraestructuras de saneamiento en las zonas rurales de Gran Canaria. Aunque el municipio cuenta con la EDAR Guía-Gáldar, la estación depuradora de aguas residuales, que ha sido modernizada recientemente para tratar hasta 5.000 metros cúbicos de aguas residuales al día, los problemas locales persisten.

La EDAR es crucial para la sostenibilidad en la zona, ya que el agua depurada se reutiliza en la agricultura, especialmente en el cultivo de plátanos, que depende en gran medida de este recurso. Sin embargo, el impacto de estas mejoras no llega a todos los puntos del municipio, dejando a familias como la de Juan José enfrentándose solas a problemas tan graves como la contaminación de su entorno inmediato.

Una llamada de atención a las autoridades

Los efectos de las aguas residuales en la salud van mucho más allá del mal olor. Gases tóxicos como el sulfuro de hidrógeno pueden causar irritaciones en los ojos y la piel, así como daños respiratorios. Además, las aguas estancadas son un caldo de cultivo para enfermedades transmitidas por insectos, como el dengue, y bacterias que pueden provocar afecciones intestinales graves.

Para Juan José, el problema no es superficial: "además de mirar a ver dónde está el origen, habría que limpiar el fondo del estanque", insiste. Mientras ninguna autoridad local les ha dado respuesta, la familia apela tanto a la solidaridad de los vecinos como a una intervención urgente que les permita recuperar la normalidad.

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