Cambio horario
Fatiga, cansancio, irritabilidad, somnolencia....estas son algunas de las secuelas que mucha gente sufre con el 'jet lag' del cambio de hora, pero ¿qué le ocurre a las personas con autismo? Te lo contamos.
En la madrugada de este domingo, a las 3:00 h serán las 2:00 h. Las manecillas del reloj retrocederán sus pasos para dar la bienvenida al horario de invierno. 60 minutos que para muchos es una rutina, para otros un gesto innecesario y obsoleto y para las personas autistas una incertidumbre que puede provocarles malestar.
Se ha hablado mucho de cómo afecta a nuestro cuerpo los cambios de hora. Cuántas veces hemos escuchado eso de "me está costando adaptarme a este nuevo horario..." Se habla incluso de una sensación parecida a la del 'jet lag', que afecta tanto al rendimiento físico como al mental.
Preguntémonos entonces: Si al común de la población, acostumbrada a responder constantemente a imprevistos propios de nuestra rutina, le afecta este simple gesto con el reloj, ¿cómo afectará a quienes muestran inflexibilidad en cuanto a los patrones de pensamiento y de conducta?
Desde la Newsletter de Antena 3 Noticias hablamos con María Verde Cagiao, psicóloga del área de Investigación de Autismo España, para saber cómo viven ellos ese 'pequeño cambio'.
"Al fin y al cabo, a todos nos afecta en mayor o menor medida, pero igual que en la población en general, hay personas que lo acusan más y otras menos entre las personas con autismo, esto también es así. No a todas les afecta, pero sí que es cierto que en este plano de la rigidez y de la inflexibilidad cognitiva que muchas personas con autismo presentan, los cambios en la rutina y en sus patrones de funcionamiento habitual pueden impactarles de una manera que nos puede parecer exagerada o desproporcionada a nuestros ojos", dice la doctora María Verde.
No sigamos sin antes entender qué es el autismo. Elaine Hall advirtió que "el autismo no es una enfermedad. No necesita ser curado, necesita ser entendido" y Stuart Duncan dijo que "amar a una persona con autismo es entender que su mundo es tan real como el nuestro, solo que lo expresan de manera diferente".
La definición de la experta es se trata de "una condición del neurodesarrollo que afecta a la configuración del sistema nervioso y el funcionamiento cerebral, esto es, una condición con la que las personas nacen y mueren con ella, y se caracteriza porque provoca dificultades para la comunicación y la interacción social. También genera una cierta inflexibilidad en cuanto a los patrones de pensamiento y de conducta de las personas que los presentan. Entonces, las personas con autismo pueden tener dificultades para entender situaciones sociales, para expresarse, para interactuar, para responder de una manera flexible en los diferentes contextos en los que se manejan. También sus patrones de comportamientos e intereses tienden a ser rígidos y repetitivos y su procesamiento sensorial, su manera de experimentar el mundo, podemos decir que es atípica muchas veces", explica María Verde.
Verde nos pone un ejemplo: "Es como si el mundo fuera un teatro en el que todo el mundo tiene un guion y sabe cómo tiene que comportarse, cómo tienen que actuar, mientras que ellas se encuentran perdidas. Hay cosas que para los demás resultan perfectamente naturales, intuitivas, de sentido común, que implican descifrar normas y códigos sociales que son muy sutiles y que para las personas con autismo manejarse en esto supone un esfuerzo extraordinario".
¿Qué puede sentir entonces una persona con autismo la próxima madrugada del domingo? María Verde explica que "puede ocasionarles dificultades a la hora de ajustar su comportamiento, también puede tener consecuencias emocionales, que estén más irritables, que les cueste más concentrarse, que estos cambios les genere ansiedad o que aumenten sus conductas repetitivas en búsqueda de un cierto bienestar y control sobre la situación que sienten que ha cambiado". Eso sí, aclara que son síntomas que "no deberían extenderse mucho en el tiempo" y aunque los primeros días puedan mostrarse más alterados, acaban adaptándose.
Quienes más acusan estos cambios son los niños pequeños. "Al fin y al cabo, para un niño pequeño el lapso de tiempo de una hora supone mucho más que para una persona adulta y es cierto que las personas adultas van desarrollando sus estrategias para hacer frente al malestar, a las dificultades. Además, los más pequeños tendrán más dificultades para comunicar lo que sienten, lo que están experimentando, y con esas menos herramientas para comunicarlo, también son menos herramientas para hacer frente al malestar", explica.
Preguntada sobre si hay diferencias entre el horario de verano y el de invierno, nos aclara que "no hay una diferencia evidente. Es cierto que en este cambio de verano a invierno no se pierde una hora de sueño, sino que se gana y esto siempre impacta de manera menos negativa en el cuerpo y en el descanso, entonces en general se acusa más el cambio hacia el horario de verano porque además también provoca que anochezca más tarde y no te apetece irte a la cama porque todavía hay luz".
María Verde da una recomendación para que este cambio de hora se lleve de la mejor manera posible y es que con las personas con autismo "la clave que mejor funciona para prevenir situaciones que les genere malestar es la anticipación. Es hacer una educación unos días antes, una explicación de esto es lo que va a suceder, así es cómo lo vamos a afrontar, esto es lo que va a cambiar. Siempre anticiparse a los cambios ayuda a que la persona pueda ajustarse a lo que va a cambiar en su rutina y se pueda hacer una idea y entonces eso siempre supone un aterrizaje mucho más suave en el cambio que cuando las cosas ocurren repentinamente y de manera impredecible".
El último domingo del mes de octubre, que este año cae a día 27, España retrasa sus relojes. Esa madrugada, a las tres volverán a ser las dos. El objetivo con el que se implantó esta medida es aprovechar mejor las horas de luz natural.
En plena crisis del petróleo, algunos países comenzaron a experimentar con el cambio de hora como una medida para ahorrar energía, ajustando la jornada laboral a las horas de luz natural. Sin embargo, con el paso de los años, los detractores de esta práctica han ido creciendo. Los datos que publicó el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía apuntan a que el ahorro medio por hogar en nuestro país es de unos 6 euros al año.
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