Cáncer colorrectal
La interacción entre las proteínas en el hígado y las células tumorales podría ser clave para nuevos tratamientos contra el cáncer.
Un equipo de investigadores dirigido por Andreas Moor en el Departamento de Ciencias e Ingeniería de Biosistemas de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (Basilea) ha logrado un avance significativo en la comprensión de cómo las células del cáncercolorrectal colonizan el hígado. Este estudio, publicado en la revista 'Nature', ofrece nuevas perspectivas que podrían conducir al desarrollo de tratamientos capaces de frenar el proceso de metástasis.
La metástasis se presenta cuando las células del tumor primario se desprenden y viajan a través del sistema circulatorio para establecerse en otras partes del cuerpo. En el caso del cáncer colorrectal, el hígado es un destino común debido a la forma en que nuestra sangre fluye.
"El cáncer colorrectal hace metástasis en el hígado debido a la forma en que fluye nuestra sangre", explica Moor. La sangre, enriquecida con nutrientes en los intestinos, llega primero al hígado, que metaboliza estos nutrientes. Para las células del cáncer colorrectal, el hígado es la última parada, donde quedan atrapadas en su red capilar.
La estudiante de doctorado Costanza Borrelli, así como otros miembros del equipo de Moor, han demostrado que las células hepáticas también juegan un papel fundamental en la posibilidad de que las células cancerosas colonicen su nueva ubicación. La ciencia ha sabido durante más de un siglo que, al igual que las semillas de las plantas en el suelo, las células cancerosas dependen de su entorno. Sin embargo, los mecanismos moleculares específicos involucrados en este proceso habían permanecido desconocidos hasta ahora.
A través de complejas pruebas realizadas en ratones genéticamente modificados, Moore y su equipo descubrieron que el secreto reside en ciertas proteínas que se encuentran en la superficie de las células. Cuando las células del hígado tienen una proteína llamada Plexina-B2 y las células del cáncer colorrectal tienen una proteína de la familia de las semaforinas, pueden unirse a las células del hígado. Las células cancerosas con esta proteína en su superficie son especialmente peligrosas, como lo demuestran estudios clínicos citados por los investigadores. Los datos indican que el cáncer colorrectal produce metástasis más tempranas y frecuentes en el hígado si el tumor tiene grandes cantidades de semaforinas.
La plexina y la semaforina ya eran conocidas en la comunidad científica por su función en el sistema nervioso, donde ambas proteínas dirigen el crecimiento de las células nerviosas y garantizan la formación de vías adecuadas. "No está claro por qué las células hepáticas también producen plexina y cuál es su función en hígados sanos, y esto nos interesa mucho", afirma Moor. Aunque su función en el hígado sano sigue siendo un misterio sin resolver, el equipo ha descubierto que el contacto directo entre la estas dos desencadena cambios fundamentales en las células del cáncer colorrectal.
Para separarse del tumor primario, las células cancerosas deben cambiar su identidad, liberándose de la capa superficial del intestino y cortando sus conexiones con las células vecinas. Una vez en el torrente sanguíneo, estas células se asemejan al tejido conectivo mesénquima. Sin embargo, al encontrar su nuevo nicho en el hígado, gracias a la plexina presente en algunas células hepáticas, las células cancerosas vuelven a su forma sedentaria en un proceso de epitelización. "Esto se puede detectar inmediatamente observando las células cancerosas, ya que forman invaginaciones similares a los pliegues o criptas de los intestinos", escribieron los investigadores.
Este descubrimiento no solo afecta a los pacientes con cáncer colorrectal. Otros estudios han demostrado que la plexina también favorece la formación de metástasis en el melanoma y el cáncer de pancreas. Esto plantea nuevas preguntas para los investigadores, como el impacto de las células cancerosas en su entorno al formar un tumor. "Las células cancerosas crean su propio ecosistema", explica Moor.
Si los esfuerzos para detener la interacción entre la plexina y la semaforina tienen éxito, podría ser posible evitar que el cáncer genere nuevos tumores. En las primeras fases, cuando las relaciones entre las células del ecosistema aún no se han establecido firmemente, las metástasis tumorales son especialmente vulnerables. Moor está seguro de que la respuesta se encuentra en este "periodo crítico de tiempo en el desarrollo de las metástasis", aunque quede camino por recorrer para un posible tratamiento.
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