EL PRESIDENTE NORUEGO NO DISIPA TODAS LAS DUDAS SOBRE LAS FUERZAS DE SEGURIDAD
En los medios salta día a día un goteo de informaciones que van desde recortes de partidas presupuestarias que habría impedido, entre otras cosas, el uso de un helicóptero para detener antes a Anders Behring Breivik, hasta fallos de coordinación, así como penosas correcciones en el número de víctimas, puesto que algunos cadáveres se contaron dos veces.
Frente a esa situación, y mientras desde su gobierno se sigue respaldando la acción policial, Stoltenberg apeló a un regreso a la normalidad, ya que la respuesta de Noruega a la "brutal violencia" seguirá siendo la defensa de "la libertad, la apertura, la tolerancia y la democracia". Una normalidad que ha sufrido un retroceso con la evacuación durante dos horas de la estación central de ferrocarril de Oslo, a causa de la alarma desatada por una maleta abandona que resultó inocua.
El primer ministro añadió que el desafío en estos momentos de "inconmensurable dolor" es encontrar un camino "entre la tristeza y la esperanza". La prioridad es "darnos y dar consuelo", luchar por una "mayor participación política" y un "aún mayor compromiso con la democracia".
Stoltenberg recordó que el campamento de las juventudes socialdemócratas de la isla de Utoya era "la cantera de nuestros mejores talentos políticos". Recordó a este respecto que él mismo había visitado Utoya todos los años, desde 1976, y repitió la llamada a "reconquistar la isla para nuestros jóvenes" lanzada unos días atrás por el líder de las juventudes socialdemócratas (AUF), Eskil Pedersen.
La propia entereza de Stoltenberg, arquetipo estos días del político cercano a su pueblo y a los medios, incansable pese a haber perdido "muchos, muy buenos amigos" en el ataque a la isla, no llega a neutralizar las dudas sobre la gestión policial.