EL ESCRUTINIO HA TERMINADO

Reino Unido vota por salir de la Unión Europea

Reino Unido ha votado por salir de la UE, resultado que se confirma con el 100% escrutado. Finalmente han optado por el 'brexit' un 51,9% de los votantes (con 17,4 millones de apoyos).

El referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea confirma la tendencia hacia la salida de la segunda economía del continente, decisión que se ha dejado notar ya en los mercados de divisas, donde la libra ha experimentado una abrupta depreciación, con niveles inéditos desde 1985, lo que sugiere la posibilidad de medidas de contingencia por parte del Banco de Inglaterra.

Con una participación del 72,2%, la mayor en una votación en Reino Unido desde 1992 y más de seis puntos por encima del plebiscito de 1975 que había confirmado la permanencia en la por entonces Comunidad Económica Europa, los electores han dado la espalda a las apelaciones de la práctica totalidad de la clase política británica, de los empresarios y de los analistas independientes.

La evolución ha sorprendido en una frenética noche electoral puesto que, con el 100% de los votos escrutados, la opción de la salida de la Unión Europea ha ganado el referéndum en Reino Unido con un 51,9% del total de sufragios, con 17,4 millones de apoyos, según los resultados oficiales.

Con todos los votos escrutados, el 'brexit' se ha hecho con una victoria celebrada por sus partidarios como el "día de la independencia británica", una euforia que contrasta con la negativa reacción de los mercados, que evidencian las serias implicaciones de una decisión contra la que habían luchado la práctica totalidad de las fuerzas políticas, económicas y sociales de Reino Unido.

Junto a los efectos sobre la volatilidad financiera, el 'statu quo' británico se enfrenta a un terremoto político con epicentro en el Número 10 de Downing Street, puesto que el primer ministro, David Cameron, había apostado por una opción, la de la permanencia, ignorada por la mayoría de los ciudadanos.

Este desenlace tiene profundas connotaciones políticas e institucionales, puesto que el debate sobre la sostenibilidad de Cameron al frente del Gobierno, del que había avisado que no dimitiría en caso de Brexit, está ya planteado, incluso pese a la carta de dos tercios de los diputados conservadores que habían defendido la salida y que le han expresado su apoyo para permanecer en Downing Street por el "mandato y deber" obtenido hace tan sólo un año.

Sin plan B

Además, otra de las incógnitas es el grado de preparación de Reino Unido para un proceso que podría llevar años, puesto que el propio primer ministro había asegurado públicamente que no había "plan B".

Tras jugarse su credibilidad a la carta de una apuesta que, según él, haría al "más fuerte y más seguro", Cameron ha quedado ya como el principal perjudicado de una campaña que ha dividido a la sociedad británica por una estrategia partidaria, puesto que, más que por clamor popular, el referéndum surgió para sofocar el incendio que Bruselas llevaba generando en los conservadores desde hace décadas.

La oposición laborista ha sugerido ya la necesidad de su dimisión ante un escenario sin precedentes en el que la única certidumbre es que, de vencer la salida, la decisión sería "irreversible". No en vano, David Cameron había avanzado ya que el proceso formal de retirada de los Veintiocho comenzaría de inmediato.

Aunque el Tratado de Lisboa establece las pautas de este procedimiento en el artículo 50, el primer movimiento ha de partir del estado miembro, que debe notificar a la UE su deseo de abandonar.

De hecho, Londres no está obligado a proceder inminentemente, es más, los partidarios de romper con Bruselas han manifestado ya su preferencia por aguardar, puesto que, pese a meses de campaña, la fórmula que regiría sigue siendo una incógnita.

Los plazos, a priori, están marcados, si bien los dos años establecidos en la normativa comunitaria podrían ampliarse siempre que lo autoricen los otros veintisiete socios. Expertos en Derecho europeo creen que, dada la complejidad, las negociaciones podrían llevar hasta una década y los propios defensores del divorcio asumen que, como mínimo, serían necesarios cuatro años.

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