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La nueva autopista de entrada de la cocaína a la UE está en el puerto belga de Amberes

En los hangares del puerto de Amberes se libra una de las mayores batallas del contra el narcotráfico del continente. Esta vía se ha convertido en la principal puerta de entrada de la cocaína a la Unión Europea. En 2022 se superaron todos los records: se incautaron 110 toneladas de cocaína cuando, hace 10 años, tan solo eran 4 toneladas.

Los trabajadores de aduanas del puerto de Amberes no descansan. Los registros de contenedores son constantes, durante todos los turnos del día. Lo mismo intervienen cargamentos de frutas, de madera, fertilizantes o chatarra de aluminio. La experiencia les dice que los traficantes están enviando la droga de cualquier manera y en grandes cantidades, aunque los mayores alijos se han encontrado en remesas de frutas: plátanos, piñas o cocos. Y, de manera sistemática, en las rutas que vienen desde Ecuador y Colombia.

“Los traficantes están inventando continuamente nuevas formas para esconder la droga, son muy creativos, por eso es tan importante contar con los medios más punteros y con la curtida experiencia laboral de los trabajadores del puerto”, nos dice Florence Angelici, portavoz del ministerio de Finanzas de Bélgica, del que dependen las aduanas.

A día de hoy, Amberes se ha posicionado como el segundo puerto europeo por volumen de mercancías. Cada año llegan millones de contenedores desde todo el mundo. La capacidad de control es limitada y se guía por parámetros europeos. Se calcula que sólo se inspeccionan entre un 1.5 y un 2% de todo lo que llega. Físicamente sería imposible llegar a controlarlos todos.

“Lo más importante es contar con un buen escáner que analice el cargamento desde fuera de manera rápida, porque hay droga que si no sería imposible detectarla”, asegura Angelici. El año pasado se superaron todos los récords: se interceptaron 110 toneladas de cocaína, cuando hace diez años, en 2013, tan solo fueron 4 toneladas. Esto supone un aumento de más de un 2600%.

Bélgica sabe que todo el continente se juega mucho en este puerto y, por eso, promete destinar más medios. Las autoridades han anunciado que desplegarán un centenar de nuevos agentes aduaneros y más medios tecnológicos para poder aumentar el número de controles.

La entrada masiva de droga ha provocado un crecimiento exponencial del crimen organizado y la violencia en Bélgica y Holanda. Las bandas luchan por hacerse con el control de la cocaína, -un negocio que les supone millones de euros-, y que está provocando enfrentamientos a plena luz del día y mucho temor entre los vecinos. El pasado mes de enero una niña de once años fue asesinada a tiros en su casa de Amberes, debido a la lucha entre las mafias. Durante las navidades, el ministro belga de Justicia y su familia tuvieron que ser llevados a un lugar seguro y secreto porque los servicios de inteligencia advirtieron de que los criminales tenían un plan para secuestrarle.

Corrupción en las aduanas

Los traficantes también tratan de infiltrarse entre los trabajadores portuarios, para conseguir cómplices que hagan la vista gorda. A través de la intimidación o pagando altas cantidades de dinero, buscan conseguir que ciertos envíos no sean escaneados en la frontera. “El problema existe, y es algo que me temo siempre va a existir”, nos reconocen las autoridades aduaneras. A día de hoy, cuatro trabajadores están en prisión por haber recibido sobornos de las mafias.

Los exámenes para el personal del puerto se han endurecido. Cualquier trabajador que haya estado implicado en cualquier asunto de tráfico de drogas, se le prohibirá la entrada en un puerto belga durante veinte años.

Otro de los problemas con los que se encuentran las autoridades belgas es cómo deshacerse de tantas toneladas de cocaína. La droga es almacenada en depósitos policiales hasta que se recibe la orden judicial para poderla destruir, pero el fiscal de Amberes, Franky De Keyser, ha lanzado una alerta ya que los volúmenes son tan grandes que las autoridades temen que las bandas criminales intenten robarla de los hangares donde está recopilada.

“Tenemos que darnos prisa y destruirla lo más rápido posible para que no la roben los traficantes. Todos los cargamentos incautados tienen vigilancia policial para evitar que esto ocurra”, nos explica Florence Angelici.

Bélgica asegura que se toma este problema en serio. La última decisión ha sido nombrar un comisario nacional encargado especialmente de la lucha contra el narcotráfico. Una figura que ocupará un magistrado y que tendrá a su disposición una nueva unidad de actuación.

El gobierno belga ha elaborado un plan para evitar que en 2023 se vuelva a superar un récord de incautación de cocaína en Amberes. “No creo que sea posible superar la última cifra, pero ya no puedo asegurarlo, porque seguimos impresionados con las toneladas que interceptamos el año pasado”, nos dicen.

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