Maltrato infantil
La crueldad extrema del acusado, cuyo nombre permanece en el anonimato para proteger a las víctimas, ha sido descrita por el juez como "sádica y gratuita".
Un hombre de 77 años de edad, cuya identidad aún no ha sido revelada, ha sido condenado a tres años y medio de prisión por años de abusos físicos y psicológicos infligidos a sus hijos durante las décadas de 1970 y 1980. La crueldad extrema del acusado, cuyo nombre permanece en el anonimato para proteger a las víctimas, ha sido descrita por el juez como "sádica y gratuita".
Entre los actos más perturbadores relatados en el Tribunal de la Corona de Shrewsbury se encuentran un episodio en el que el hombro mató al conejo mascota de la familia y obligó a comérselo en la cena. En otra ocasión, obligó a sus hijos a elegir entre dos perros de la familia, abandonando al seleccionado en un campo mientras los niños veían cómo perseguía al coche familiar.
Además de estos abusos hacia las mascotas, los niños fueron sometidos a castigos físicos extremos, siendo golpeados con palos y otros objetos por pequeñas infracciones, como haberse orinado encima. Uno de los hijos, que sufría de aracnofobia, fue obligado a acostarse en un sótano oscuro mientras le colocaban una araña en el rostro.
El fiscal Anthony Longsworth describió el impacto devastador de los abusos en las vidas de las víctimas. Uno de los hijos intentó suicidarse en la adultez, otro desarrolló dependencia al alcohol y un tercero abandonó el país tan pronto como pudo. "Estos actos los destruyeron emocionalmente", afirmó Longsworth.
El juez Julian Taylor, al dictar sentencia, enfatizó que las acciones del acusado no eran disciplina, sino crueldad deliberada. "Hacer elegir entre dos perros, matar a su conejo mascota y los constantes castigos físicos son ejemplos de un comportamiento que no tiene justificación alguna", señaló el juez.
El tribunal escuchó cómo una de las hijas fue golpeada y pateada tan violentamente tras regresar a casa con un mordisco amoroso en el cuello que quedó con cicatrices permanentes. El hombre, quien negó las acusaciones y se describió a sí mismo como "un disciplinador", fue declarado culpable de tres cargos de crueldad infantil y uno de daño corporal.
Al dictar sentencia, el juez lamentó las limitaciones legales debido a las directrices vigentes en el momento en que se cometieron los delitos, que establecían penas significativamente menores que las actuales. "Si estos actos se juzgaran hoy, la pena sería mucho mayor", afirmó Taylor.
Este caso ejemplifica un debate sobre cómo los sistemas legales y sociales manejan los casos de abuso familiar en retrospectiva. Aunque la sentencia refleja las leyes de hace 40 años, para las víctimas el daño sigue siendo tan real y presente como el día en que ocurrieron los hechos, dejándoles traumas imborrables a lo largo de toda su vida.
"Lo que hicieron con nosotros no se puede olvidar. Ni siquiera después de todos estos años", comentó una de las víctimas en declaraciones privadas.
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