Guerra ruso-ucraniana
Muchos expertos empiezan a pensar que Putin comienza a perder la guerra, debido a este giro inesperado que ha realizado Ucrania recuperando más de 3.000 kilómetros cuadrados de su territorio.
Balakilia, Izium o Kupiansk son algunas de las ciudades ucranianas liberadas estos últimos días de la guerra en Ucrania. Con estas ya son más de 3.000 kilómetros cuadrados recuperados, según los datos ofrecidos por el gobierno de Kiev. Además, las autoridades ucranianas aseguran que las unidades rusas intentan huir presas del pánico ante este avance.
Ante este avance de Ucrania en la invasión, son muchos los expertos que empiezan a coincidir en el giro radical que se está produciendo. Incluso, ya se habla de que Putin estaría empezando a perderla.
Son cada vez más las ciudades, algunas de ellas importantes nudos estratégicos, las que vuelven a colocar su bandera en los mástiles. "Llevamos más de 200 días de resistencia y de lucha. Hemos logrado mucho, pero lo más importante y lo más difícil está por delante", aseguraba el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
Desde Kiev aseguran que los soldados rusos huyen despavoridos, abandonado en su retirada todo tipo de armamento, incluido los tanques. Sin embargo, desde Moscú afirman que se trata de un reagrupamiento estratégico. "Es lo mejor que pueden hacer, huir. Aquí no hay lugar para los ocupantes", ha declarado Zelenski.
A pesar de los miles de kilómetros recuperados, los ataques del ejército de Putin no han cesado. Esta misma noche, se han producido nuevos bombardeos en los que se lanzaron en torno a 11 misiles crucero sobre toda Ucrania, provocando así la interrupción del suministro eléctrico y de agua en varias regiones.
Mientras tanto, otras ciudades como Mijolaiv, siguen siendo atacadas: "Nos lanzaron un misil a las 2:30 horas de la madrugada. Solo queda en pie el baño", afirma Sergei, uno de sus ciudadanos. En Pokrovsk, Alexi ha perdido ha su vecino y amigo en este último ataque recibido: "Nunca me imaginé que viviría algo así a mi edad", confiesa.
En la retirada de los cadáveres, suena un teléfono. Una llamada que quedará sin respuesta.