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"Corre, escóndete, lucha", así es el protocolo ante un tiroteo en los colegios de EEUU

Los tiroteos en escuelas de Estados Unidos han provocado que las autoridades hayan puesto en marcha un protocolo que evite un número elevado de víctimas, como ocurrió en el colegio de Uvalde, Texas.

El de esta semana en la escuela primaria de Robb en Uvalde, Texas, es el ataque número 27 con víctimas mortales en una escuela de EEUU en lo que va de año. Antes del ataque de Columbine, el protocolo policial en tiroteos en escuelas indicaba que se esperase a los agentes especiales SWAT, pero esa masacre cambió la forma de actuar. Se dieron cuenta de que cada segundo que pasa podría costar más vidas.

Desde hace años, el protocolo estándar para responder a un tiroteo en una escuela ha sido claro: los primeros oficiales armados en la escena van directamente al tirador y lo matan o lo capturan. Así lo afirma Kenneth Trump, un experto en seguridad escolar nacional con más de tres décadas de experiencia.

Nada debería disuadir a la policía de neutralizar al pistolero. "Pasas por alto a los heridos, a los muertos, pasas por encima y alrededor de ellos y continúas, porque cada segundo cuenta", dijo. "Ve al tirador".

La respuesta de la policía en Uvalde ha sido objeto de un intenso escrutinio después de que los padres alegaran que los oficiales se quedaron parados fuera de la escuela mientras el tirador permanecía dentro durante más de media hora. "Los oficiales de policía que responden a un tirador activo están capacitados en un procedimiento conocido como 'Despliegue Rápid'" y proceden inmediatamente al área en la que se han escuchado los últimos disparos. Su propósito es detener los disparos lo más rápido posible", dice un documento de orientación de la policía universitaria en una escuela en Nueva York.

Después del tiroteo en Parkland, Florida, en 2018, Scot Peterson, el único oficial armado que estaba cerca, fue acusado de negligencia infantil porque no pudo entrar en el edificio donde el tirador estaba matando a los estudiantes.

Lo que cambió Columbine

Columbine también supuso un punto de inflexión para la vida de los estudiantes. Los ensayos ante un potencial tiroteo se integraron en las agendas escolares al igual que cursos de primeros auxilios o contra incendios.

A pesar de que la mayoría de los estados poseen leyes que establecen medidas para proteger a los estudiantes, los tipos de ensayos y las metodologías que se llevan a cabo varían entre los centros. Y en una sociedad tan polarizada como la norteamericana en torno al uso de las armas de fuego, aquí es donde surgen las posiciones opuestas entre los que están a favor y los detractores de que a los alumnos se les instruya en los colegios para hacer frente a este tipo de ataques.

Tras la matanza en Sandy Hook en 2012 cuando un tirador segó la vida de 26 personas, se activó la fórmula conocida como 'run, hide, fight' -'correr, esconderse, pelear'-, que nació del estudio de diferentes tiroteos en centros escolares y se plasmó en la guía de 2013 del Departamento de Seguridad Nacional. En un vídeo de este organismo se insta a las personas a buscar "objetos afilados o pesados" que puedan usarse para "deshabilitar al atacante" en caso de que no puedan ocultarse o correr.

¿Pueden ayudar los ensayos a que haya menos víctimas mortales?

Para los defensores de este tipo de ensayos "realistas", simular situaciones estresantes prepara mejor a los estudiantes y al personal para hacer frente a una persona que dispara y les ayuda a evitar la reacción de los 'ciervos en los faros', que cuando se asustan por los ruidos o las luces de los automóviles terminan corriendo hacia la carretera en lugar de alejarse de ella.

Frente a quienes consideran que son necesarios este tipo de entrenamientos, la Federación de Docentes de los EEUU y la Asociación Nacional de Educación se unieron ya en 2020 con el grupo de defensa de derechos 'Everytown for Gun Safety Support Fund' para reclamar el fin de los ejercicios que simulan violencia con armas de fuego.

Alegan que los simulacros "aterrorizan" a los niños por lo que defienden que "traumatizar a los alumnos mientras nos esforzamos para mantenerlos a salvo de la violencia con armas no es la respuesta".

La presidenta de la Asociación Nacional de Educación, Lily Eskelsen Garcia, defendía en unas declaraciones recogidas por AP que "si las escuelas van a hacer simulacros, tienen que tomar medidas para asegurarse de que estos produzcan más beneficios que daños".

El de Sandy Hook no fue el único caso en el que los simulacros no pudieron evitar una masacre. Meses antes de que el instituto de Parkland (Florida) hubiera otra matanza con 17 muertos, sus alumnos habían participado en un ensayo. No les sirvió de ayuda. El autor de la masacre, Nicolas Cruz, no se molestó en intentar entrar en las clases. Se limitó a disparar a la gente que se había quedado en los pasillos.

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