REINO UNIDO | COMUNICADO OFICIAL
Embarazada del primogénito del hijo pequeño de Lady Di, la duquesa de Sussex se encuentra lejos de provocar en los británicos la veneración que suscita su fallecida suegra, a pocas semanas de dar a luz. La exactriz Meghan Markle, reconvertida en duquesa el pasado mayo tras su enlace matrimonial con el príncipe Enrique, ha sido motivo del más escrupuloso escrutinio por parte de la prensa del Reino Unido desde que saltara a la palestra como futura integrante de la familia real.
Desde entonces, las críticas le han llovido por unos u otros motivos pero, en las últimas semanas, estas se han centrado en su embarazo y todo lo que lo ha rodeado. Con motivo de su inminente alumbramiento, previsto para abril, la exactriz estadounidense organizó una fiesta de celebración en Nueva York (EE.UU) el mes pasado. El evento, conocido como "Baby Shower", en el que los amigos regalan a la futura madre cosas para el niño, ha tenido, según ha publicado la prensa británica, un coste de 500.000 euros. Una cantidad que muchos han tildado de desproporcionada y que, al parecer, a la reina Isabel II no le habría gustado en absoluto.
Su relación con la duquesa de Cambridge tampoco se libra de las especulaciones de que no es buena y cada encuentro que protagonizan juntas es mirado con lupa en el Reino Unido. A punto de convertirse en la madre del octavo bisnieto de la reina Isabel II, Meghan Markle trata de sortear las críticas y centrarse en sus labores humanitarias y en su vida conyugal con la esperanza de que la llegada del deseado bebé amaine la animadversión hacia su persona.
Las redes sociales alimentan el conflicto con mensajes plagados de insultos. Para evitarlo la Casa Real Británica desde su página web llama a la sensatez y ha publicado un manual de buenas maneras "para crear un entorno seguro", dice el comunicado.