CASO NÓOS
Jaume Matas quería dejar huella como presidente del Govern balear con obras faraónicas que simbolizaran la transformación que se ufanaba en encarnar, pero pasará a la historia como el responsable político de mayor rango encarcelado por corrupción en una región en la que no le han faltado competidores.
Su mausoleo metafórico es el Palma Arena, un enorme recinto deportivo que costó unos 110 millones de euros, más del doble del presupuesto inicial, y cuyo desfase derivó en una gran instrucción judicial. La primera pieza juzgada de esa macrocausa arrastró a Matas a la cárcel por tráfico de influencias, y ahora la pieza 25, el famoso [[LINK:EXTERNO||| http://www.antena3.com/noticias/especiales/sentencia-caso-noos/|||caso Nóos]], le devolverá a prisión por concederle la organización de varios foros a Iñaki Urdangarin al elegirlo por "su influencia", según la sentencia de 3 años y 8 meses dictada por la Audiencia de Palma y que hoy ha confirmado el Tribunal Supremo.
Es la tercera condena firme al expresidente balear, que solo después de ser juzgado seis veces, admitió el pasado mes de noviembre por primera vez ante un tribunal haber cometido un delito. Matas accedió a la presidencia del Govern balear en 1996 en sustitución de Cristófol Soler, desbancado desde las propias filas del PP a los pocos días de reemplazar a Gabriel Cañellas, que dimitió después de que un tribunal concluyera que prevaricó en el caso Túnel de Sóller, pero que no podía condenarle porque los delitos habían prescrito.
La figura política del nuevo presidente, hasta entonces conseller de Economía, se agrandó con el ejercicio del poder y tomó dominio del Partido Popular, cuyo cartel electoral encabezó en los comicios de 1999. Ganó las elecciones sin mayoría absoluta y la alianza de la izquierda con Unió Mallorquina (UM) le dejó en la oposición.
Pero José María Aznar quiso darle un papel protagonista y le situó al frente del Ministerio de Medio Ambiente desde 2000 a 2003, año en el que encabezó de nuevo la candidatura autonómica del PP balear y obtuvo la mayoría absoluta para gobernar en la legislatura que ha acabado siendo la fuente de todos sus problemas judiciales.
Matas afrontó ese mandato con unos modos de líder inéditos en la política del archipiélago y en un momento económico que le permitió afrontar grandes obras como el Palma Arena, inaugurado poco antes de los comicios autonómicos de 2007 para acoger el Mundial de Ciclismo en Pista. Pero además construyó autopistas, algunas de envergadura muy cuestionada como las de Ibiza, horadó el suelo de Palma para construir el metro con menos pasajeros de España (que suele inundarse), e inició la edificación del nuevo hospital de referencia de la comunidad, Son Espases, en un concurso cuyo amaño ha admitido varios de sus colaboradores y que también se ha investigado.
Imbuido del afán transformador impulsó patrocinios de proyección internacional y quiso hacerlo de la mano de una figura del deporte olímpico como Iñaki Urdangarin, y cercano a la realeza por su matrimonio con la infanta Cristina. Pese a todo, el PP de Matas no logró la mayoría absoluta en las siguientes elecciones, se volvió a conformar la "gran alianza" entre la izquierda y la UM liderada por la hoy convicta Maria Antònia Munar y al hasta entonces omnipotente ídolo político empezaron a mojársele los pies.
Abandonó el liderazgo y las islas de forma precipitada y en pocos meses empezó a tejerse en torno a él una maraña judicial que ponía en evidencia un presunto enriquecimiento ilícito, un cohecho en favor de su esposa, y otras prácticas corruptas ya sentenciadas por los tribunales.