Nacional
Víctor de Aldama es el hombre que abre la semana de los tribunales. Estos días son claves y podrían elevar al máximo la tensión en la recta final del curso político.
Víctor de Aldama, el considerado por la investigación de la Guardia Civil 'nexo corruptor' en el caso Koldo, declara este lunes ante el Tribunal Supremo por primera vez. A eso de las nueve y media, Aldama ha llegado al Supremo serio y a paso rápido y sin ofrecer declaraciones a los periodistas que se encontraban en las inmediaciones. Entraba con su abogado en coche y portaba una carpeta.
Este martes, Koldo García hará lo propio. Mientras que el entorno de Víctor de Aldama asegura que va a aportar pruebas que demuestran los supuestos amaños en la concesión de obras públicas, el Gobierno desmiente de forma tajante.
Koldo García, exasesor del exministro de Transportes José Luis Ábalos, y el empresario Víctor de Aldama, comparecen esta semana ante el Tribunal Supremo, tras la declaración del también exdirigente socialista que negó todas las acusaciones del presunto conseguidor de la trama.
Aunque, a diferencia de Ábalos, ellos no están aforados, el juez también decidió investigarlos respecto a los hechos relacionados de manera "directa e inescindible" con el exministro y adquirió la competencia frente a la Audiencia Nacional. La realidad es que hay una gran expectación mediática de cara a las dos comparecencias, sumada tras la declaración de pasado jueves del exministro, en la que negó todas las acusaciones vertidas contra él por De Aldama y descargó parte de la gestión que se le atribuía en su exasesor.
Fuentes jurídicas aseguran, precisa EFE, que el exministro negó haber cobrado comisiones ilegales en efectivo o en especie, como la casa de Cádiz o el alquiler del piso a la mujer con la que mantenía una relación personal, y también rechazó haber dado instrucciones para adjudicaciones públicas a favor de Aldama. Además, se desmarcó de sus últimas acusaciones de contratos preadjudicados a constructoras, y de la supuesta operación por la que, según De Aldama, él obtendría un piso en el Paseo de la Castellana, en Madrid, como garantía del compromiso de varias constructoras de pagar comisiones.
Por su parte, De Aldama llega al Supremo conociendo ya las respuestas de Ábalos y tras haber confesado en la Audiencia Nacional que cobró unos 5,5 millones en comisiones, pero también que pagó miles de euros en efectivo a Koldo y al exministro como contraprestación por distintas cuestiones. De Aldama ha prometido colaborar con la Justicia a cambio de su salida de prisión. En esa estrategia, sus acusaciones de comisiones contra Ábalos y otros altos cargos del Gobierno y del Partido Socialista han sido contundentes.
En su declaración, se espera que contradiga las explicaciones del exministro y habrá que ver si aporta nueva documentación con la que busque apuntalar sus acusaciones, revelar nueva información o apuntar nuevamente al Ejecutivo de Pedro Sánchez. Sus declaraciones están, por el momento, siendo cotejadas por los investigadores; en la Audiencia Nacional, el juez Ismael Moreno ordenó a la Guardia Civil verificarlas, y en la causa del Supremo, la Fiscalía Anticorrupción tiene que valorarlas y determinar si la documentación aportada es suficiente para apoyar su relato.
De Aldama sigue siendo uno de los principales investigados en esta trama de presunto cobro de comisiones en contratos públicos de mascarillas en 2020 que la Fiscalía considera que en realidad fue un "negocio" entre él y otro empresario, que se habrían embolsado millones de euros.
Tan solo un día después del empresario, llegará el turno de Koldo García, el más estrecho asesor del exministro, y a quien los investigadores atribuyen un rol determinante como supuesto intermediario en la adjudicación a la empresa Soluciones de Gestión de los contratos de mascarillas investigados a cambio de comisiones. Tras su detención en febrero, Koldo García optó por guardar silencio en la Audiencia Nacional, aunque fuentes cercanas al exasesor apuntan a EFE que su intención ahora reside en declarar en el Supremo y aclarar extremos como que él no tenía ningún poder de decisión sobre los contratos ni podía autorizar nada en la administración.
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