Opinión
Sánchez también adelantó las elecciones en 2019 y, tras repetirse, terminó empeorando los resultados.
El complejo resultado de las elecciones en Castilla y León ha abierto un periodo de dudas sobre cómo se resolverá el problema para investir a un presidente y conformar el gobierno autonómico.
Lo ocurrido demuestra que no siempre aciertan los presidentes cuando ejercen su potestad de adelantar elecciones. Es cierto que Fernández Mañueco tiene ahora más diputados que antes. Pero es igual de cierto que antes gobernaba con Ciudadanos y ahora el partido que le puede condicionar es Vox.
La situación es tan compleja que no se puede excluir la posibilidad de que se repitan las elecciones. En 2019, Pedro Sánchez también adelantó las elecciones. Las ganó con 123 escaños, pero eso no le permitió gobernar en solitario.
De manera que se repitieron las elecciones en noviembre de ese año y, lejos de mejorar resultados, los empeoró: perdió tres escaños y decidió formar gobierno de coalición con Podemos.
Ahora, después de la experiencia de Castilla y León, el presidente de la Junta de Andalucía ha decidido no adelantar sus propias elecciones. Tenía la tentación de hacerlo, pero parece que ha aprendido en cabeza ajena.