Opinión
Los próximos resultados electorales condicionarán la compleja relación entre PSOE y Sumar.
Las decisiones de los dirigentes políticos tienen como objetivo provocar un efecto, o más de uno. El día en el que Pedro Sánchez anunció que se retiraba durante cinco días para reflexionar, lo que el presidente buscaba era, entre otras cosas, provocar una corriente de simpatía que, casualmente o no tan casualmente, coincide con un proceso de dos elecciones consecutivas: las catalanas y las europeas.
Esa corriente de simpatía, de producirse, podría provocar un movimiento de votos hacia el PSOE. Y esos votos procederían, sobre todo, de sus socios de gobierno: serían votos de Sumar. Pedro Sánchez aspira a robar votos a Sumar, y Sumar intenta evitarlo con actuaciones políticas llamativas, como eliminar premios taurinos o, como provocar un nuevo conflicto con Israel, con una carta que tiene la firma de Pablo Bustinduy, dirigente de Sumar y ministro de Pedro Sánchez.
Las tensiones intemas en la coalición de gobierno han ido a más en las últimas semanas. Y los próximos resultados electorales condicionarán esa compleja relación entre PSOE y Sumar.
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