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El referéndum del 1-O visto por vecinos con ideas contrarias: a favor y en contra de la independencia de Cataluña

Albert y Mercedes son vecinos de dos pueblos de Cataluña. Albert está a favor de la independencia mientras que Mercedes se considera catalana y española. Para ambos, la jornada del 1-O fue muy difícil y pese a no compartir sus ideas siguen teniendo en la retina las duras imágenes que marcaron la jornada.

El pasado 1 de octubre se celebró el referéndum de independencia de Cataluña declarado ilegal por el Tribunal Constitucional.

Los vecinos de Cataluña lo han vivido con intensidad, tanto quienes estaban a favor de esta votación como quienes estaban en contra subrayando su ilegalidad.

Albert Aldavert es un catalán independentista que lleva años defendiendo sus ideas soberanistas, algo que por ahora no le ha supuesto ningún problema en su pueblo. "Yo no he perdido ningún amigo por esto", señala Aldavert, que dice que sus amigos tienen sus ideas y él las suyas.

El domingo 1 de octubre fue para él un día importante. Aunque el alcalde de su pueblo no autorizó la apertura de un colegio público para la votación, los vecinos pudieron depositar su papeleta en las urnas. "Tenemos esperanza de poder llegar a este reconocimiento nacional de Cataluña", explica. "No tengo miedo de que la comunidad internacional no nos reconozca porque incluso solos podríamos tirar hacia adelante".

Otros vecinos del pueblo no participan en el referéndum pero no les gustan las imágenes de los altercados que se han producido en otros lugares de su comunidad. "Me están llegando imágenes de la Guardia Civil asaltando colegios. No puede ser, me da la misma sensación que hace 40 años cuando estudiaba y corría delante de la Policía", dice Aldavert, quien señala que "llevamos muchos años juntos, de una manera u otra va a haber algún tipo de reconciliación".

Por su parte, Mercedes Vidal, una vecina de Begues defiende que ella se siente española y catalana. En su pueblo el ambiente separatista se palpa en las calles y sus vecinos saben de sus ideas: "A mí me tiraron un huevo a la fachada de mi casa por poner la bandera española en el balcón", relata.

El pasado domingo 1 de octubre para ella era un día más. No quería participar en una votación ilegal y no entiende cómo se ha llegado a esta situación. "A mí no me importa que la gente quiera ser independiente, pero no a base de mentiras", dice.

En cuanto a las cargas policiales, señala que "si no estuvieran cometiendo un delito, nadie cargaría contra ellos. Cuando uno comete un delito y altera la Ley tiene un castigo, esto es la democracia", subraya.

Mercedes considera que esta situación va a generar más tensión y dice que "las heridas no se han agrandado porque quienes no estamos de acuerdo no hemos hablado", pero matiza: "Si empezamos a discutir, discutiremos".

La jornada del 1 de octubre fue muy difícil por ambas partes. Quienes no comparten ideas sobre las pretensiones soberanistas, siguen teniendo en la retina las duras imágenes que han visto a lo largo de la jornada.

Los voluntarios a pie de calle

Los independentistas llevan tiempo dejando clara su demanda. En grandes manifestaciones, las consignas a favor de un estado independiente se mezclan con las del derecho a decidir.

Tras la convocatoria del referéndum por parte de la Generalitat de Cataluña, la presencia en la calle es permanente. Para los partidarios del proceso independentista es una prioridad, hasta el punto que hay gente que incluso abandona las conexiones en directo con medios de comunicación, como ocurrió en el programa Espejo Público.

Fue el caso de Pau, un joven a favor de la independencia que aseguraba que la detención de altos cargos de la Generalitat fue lo que le llevó a movilizarse. "Son gente que hemos votado para hacer lo que están haciendo. Es como que están vulnerando tu expresión democrática", señala.

El caso de Pau no es el único. Son miles los voluntarios que se organizan en toda Cataluña cargados de razones y carteles a favor del 'sí'.

El referéndum visto por quienes abandonaron Cataluña y por quienes un día llegaron y han echado raíces allí

Muchos de los catalanes que viven en otras ciudades de España siguen la situación de su comunidad con sentimientos encontrados.

Es el caso de Alex, un catalán que vive en Madrid y que ha acudido a protestar a la Puerta del Sol por los derechos "que tanto nos ha costado conseguir".

Nació en Barcelona y no puede evitar ir a protestar por lo que está pasando en Cataluña. "Vives como ocultado porque sabes que tus ideas no son bien vistas aquí por mucha gente", señala.

En Sevilla, Lorena y Marta, dos catalanas que tuvieron que irse de Cataluña están viviendo esta situación con angustia. "Tenemos familia que está pasándolo mal", dice Marta Strohecker, mientras que Lorena Mostajo dice que a ella la situación le hace "pasar vergüenza" porque "sales de Cataluña y te tienen manía".

El caso contrario es el de aquellos que llegaron a Cataluña hace muchos años, como Cecilio Burón, que viajó desde Córdoba con su hermano y llegó a Cataluña, como miles de andaluces.

Hizo la maleta y fue a Cataluña en busca de un futuro mejor. Señala que "lo único que he encontrado en Cataluña ha sido acogimiento y respeto" pero ve "el futuro negro" pues lleva una empresa con 22 trabajadores y asegura estar "montando un centro médico en mi pueblo por la intertidumbre que estoy viendo aquí".

Hasta Hospitalet llegaron Feliciano y Esperanza desde Cáceres hace 50 años. Son parte de esos catalanes que han echado raíces. "Yo me siento extremeño y español, no me gusta la independencia ni aquí ni en ningún lado", dice Feliciano. Su mujer Esperanza señala que sus hijos "se sienten muy catalanes y mi nieta más" y explica que en su casa se habla catalán.

La mayoría silenciosa, los catalanes que rechazan el proceso independentista

No todos los catalanes se posicionan a favor de la independencia de Cataluña. A pie de calle se encuentran voces de rechazo al proceso independentista.

"Soy catalana, pero no por eso quiero dejar de lado a España, porque forma parte de mis raíces y de mi vida", dice una mujer. En los balcones, miles de banderas son otra forma de movilización. Frente a la abrumadora presencia de esteladas, cuesta encontrar a quienes miran en otra dirección.

Es el caso de Paco García, un vecino de Mataró en cuya casa ondean tres banderas españolas. Las únicas que hay en el barrio. "Me siento agobiado. Yo voy por la calle y solo veo banderas independentistas, pero yo quería poner la mía", dice. "Desde que las he puesto, hay gente que ha dejado de hablarme", señala García.

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