Opinión
Susanna Griso avisa de que la actual inflación podría no mejorar en primavera, y si esto se traslada a la negociación colectiva "podemos entrar en una espiral muy peligrosa".
Todos los economistas con los que hablo esta semana coinciden en decirme que les preocupa la elevada inflación. Confiábamos que lo de octubre fuera un espejismo, algo coyuntural, tal y como nos vendía el Gobierno. Pero llegó noviembre, y los precios crecieron un 5,6, la mayor cifra en 29 años. Desde los Juegos Olímpicos de Barcelona no recordábamos nada parecido.
¿Y eso en qué se traduce? Pues, de entrada, en una pérdida de poder adquisitivo: 9.000 millones menos para los españoles, justo la misma cifra que recauda Hacienda por el aumento del IVA.
"Llevamos diez años con el dinero muy barato"
Eso, en el corto plazo pero, ¿qué pasa si la inflación no mejora en primavera, cuando debería bajar la factura energética? Ahí viene lo preocupante. ¿Podemos estar en un cambio de ciclo? ¿Podría la Reserva Federal subir los tipos? Y, más lentamente, ¿el Banco Central Europeo? Ojo con esto, porque llevamos diez años con el dinero muy barato para intentar estimular la economía, pero escuchamos los primeros avisos de que esto puede cambiar.
Y luego están las alertas de los gobernadores del Banco de España, o Luis de Guindos, vicepresidente del BCE, pidiendo que esta subida de la inflación no se traslade a la negociación colectiva porque, según dicen, podemos entrar en una espiral muy peligrosa.
Algunos economistas defienden que esa subida se haga en función de la inflación subyacente, menos volátil, y que es la que mejor refleja las tendencias a medio plazo. Y la subyacente está en el 1,7, mucho menos del 2,5 que percibirán pensionistas y funcionarios. La bronca está asegurada.