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'Soy mayor, no idiota'

Los mayores y los bancos, un año después del 'Soy mayor, no idiota'

Muchas personas mayores siguen sintiéndose excluidos por la atención que reciben por parte de las entidades bancarias. La falta de atención presencial es el principal motivo.

Pepe y Rosario llevan más de cincuenta años utilizando una libreta de ahorro para llevar la cuenta de sus movimientos bancarios. "Meto la cartilla y aquí veo lo que me han cobrado,lo que me han ingresado", explica Pepe, mientras sostiene lo que a día de hoy podría considerarse casi una reliquia.

La digitalización está provocando que este clásico esté desapareciendo. Hay entidades que las siguen ofreciendo, aunque en muchos casos a cambio de cobrar comisiones. Pero en vista de que se están retirando, ellos temen que su banco también la elimine. "Con la edad que tengo no estoy preparado para llevarlo todo con el móvil, porque no sé", se queja Pepe.

"Cobran por ingresar, cobran por el recibo, cobran por gestiones... y luego la mayoría de las cosas las tienes que hacer tú"

"Si yo le doy a un número de más o de menos, lo mismo en vez de mandarme el dinero a mí se lo mando al vecino de al lado", bromea Rosario, aunque con cierto enfado. Las personas mayores son los principales perjudicados de este proceso de transformación digital. No entienden por qué cada vez se ofrece menos atención presencial y existen más trámites online.

"Cobran por ingresar, cobran por el recibo, cobran por gestiones... y luego la mayoría de las cosas las tienes que hacer tú", lamenta Concha. Ella explica que ha aprendido a sacar dinero del cajero "y poco más", y aún así no siempre es fácil.

Preferiría que la atendieran presencialmente en una oficina. "El problema es que para pedir cita tienes que pasarte la mañana llamando por teléfono y no te lo cogen", lamenta. "Te dicen "nuestros operadores están ocupados", y te tiras toda la mañana para hacer una averiguación que en el banco te la harían en cinco minutos", añade Rosario.

Otros vecinos se quejan de que algunas sucursales sólo atienden hasta las 11 de la mañana. O de que hay oficinas que ya no abren los jueves por la tarde. "La verdad es que no lo entiendo, cada día nos atienden peor", protesta Tere.

Mayores, no idiotas

Todas estas quejas ya fueron expuestas hace justo un año por el jubilado valenciano Carlos San Juan. A través del movimiento "soy mayor, pero no idiota", se llegaron a recoger 600.000 firmas para pedir a los bancos "un trato más humano" a los mayores, que se sentían excluidos por la brecha digital.

Gracias a esta campaña, en febrero de 2022 se consiguió que las patronales bancarias se comprometieran ante el Ministerio de Economía a proporcionar a las personas mayores un trato personalizado y de calidad. Una de las medidas acordadas fue la ampliación del horario de atención presencial como mínimo de 9.00h a 14.00h. También ofrecer a las personas mayores atención preferente en sucursales y por teléfono. En definitiva, medidas encaminadas a garantizar su inclusión financiera.

Hasta el momento no hay datos objetivos que indiquen que este pacto se está cumpliendo. El Ministerio de Economía está pendiente de recibir un informe por parte de las entidades bancarias para comprobar cómo ha sido el trato a los mayores durante este último año. Pero por lo pronto, permanece el desencanto. "Lo que me decepciona es el silencio del gobierno", lamenta San Juan.

La atención bancaria, un servicio esencial

Desde la OCU recuerdan que el servicio bancario es un servicio "básico y esencial". "Pedimos que se cumpla el acuerdo firmado y que no se desatienda a las personas que no quieren o no pueden relacionarse digitalmente con su banco", reivindica Ileana Izverniceanu, portavoz.

Ellos siguen reclamando un trato más personal. Pero, si este proceso de transformación digital ha llegado para quedarse, al menos piden que desde los bancos se les enseñe cómo llevar a cabo los trámites y gestiones. Concha dice no haber tenido "más remedio" que aprender a "manejarse" con la aplicación móvil de su banco para no quedarse atrás y para no tener que depender de nadie. "Porque si no, me tengo que valer de mis hijos, y mis hijos trabajan, no pueden estar viniendo constantemente para ayudarme", concluye.

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