LAS AGENCIAS DE CALIFICACIÓN SIGUEN CASTIGÁNDOLE
En Islandia, las erupciones no son sólo volcánicas. Desde hace cuatro años, también son políticas y económicas, justo cuando esta isla a camino entre Estados Unidos y Europa se sumergió en una auténtica pesadilla.
"Islandia se convierte en un paraíso fiscal para el resto de Europa. Cuando había en Europa unos crecimientos muy altos anteriores a 2008, lo que hace Islandia es ofrecer unos productos financieros que no tienen ni los ingleses, ni los franceses, ni los alemanes", nos cuenta Antonio Banda, consultor.
Los bancos islandeses llegan a ofrecer hasta un 8% de interés, seis puntos más que sus colegas europeos, por lo que miles de pequeños inversores extranjeros, principalmente holandeses y británicos, no dudan en dejar sus ahorros en manos de los bancos islandeses. Hasta ahí todos contentos, pero en 2008 estalla una bomba al otro lado del Atlántico: la temida crisis financiera.
Los ciudadanos salen a las calles
"Islandia, al tener una burbuja financiera enorme, es el primer país europeo en reflejar la crisis americana", dice Antonio Banda. De la noche a la mañana, Islandia se descalabra; del primer puesto en renta per cápita a la bancarrota total. El Estado se declara insolvente y este brutal cambio enfurece a los ciudadanos, que salen a las calles exigiendo responsabilidades.
Acusados de especuladores, caen bancos y cae el Gobierno, cuyos máximos responsables son procesados. Además, el pueblo, vía referéndum, dice 'no' a devolver la deuda. Hoy, Islandia crece a un ritmo superior al 2%, aunque las agencias de calificación siguen castigando al pequeño país que osó desafiar a los mercados internacionales.