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O Grove pretende implantar una tasa turística: "Mientras se use para el bien del pueblo, perfecto"

La tasa sería de uno o dos euros por pernocta y permitiría reforzar los servicios del concello gallego de O Grove.

El alcalde de O Grove, José Cacabelos, solicitará a la Xunta de Galicia la implementación de una tasa turística de entre 1 y 2 euros por pernocta. Todo ello siguiendo el ejemplo y proposición de la capital gallega, Santiago de Compostela, que ponía el foco en la necesidad de aplicar dicho cobro hace exactamente un año. El objetivo es costear los gastos extras que el turismo genera en el concello y que las arcas municipales no son capaces de asumir.

El concello de O Grove suma una media de entre 30.000 y 40.000 visitantes mensuales en los dos principales meses de verano y es por ello que precisarían de refuerzos. De hecho, su alcalde ha apuntado que sería necesario contratar de entre 70 a 90 operarios extra para labores de limpieza, mantenimiento o seguridad del concello, así como socorristas y otros servicios. Una cifra, por cierto, que podría ir en aumento con el paso del tiempo, pues en la comarca del Salnés —de la que forma parte O Grove, Cambados o la Illa de Arousa— cada verano se bate récord de visitas.

En general, tanto vecinos de la zona como turistas apuntan como correcta y lógica su aplicación siempre y cuando ello repercuta en una mejora de los servicios del concello. Por ejemplo, les gustaría que mejorasen y ampliasen los espacios de aparcamiento.

Otro verano marcado por la anarquía de las autocaravanas

También reaparece este verano otro problema recurrente en la costa gallega con el turismo autocaravanístico. En la comarca del Salnés cada vez hay más presencia de autocaravanas y es común su asentamiento en espacios prohibidos para ellas.

A parte de que algunas ocupan espacios no reservados para su uso, lo cierto es que incluso hay quien pernocta en zonas protegidas del territorio, como dunas o también en parkings públicos próximos a las playas. La complejidad de establecer reglamentos y sanciones con resultados hace que la práctica sea cada vez más común.

De hecho, en ocasiones provocan daños irreparables en los espacios naturales, así como problemas de convivencia.

Esto ha llevado a que distintos gobiernos municipales, como el de O Grove o Illa de Arousa, se planteen nuevas normas que mantengan a raya el problema.

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