INDIAN WELLS | LE GANÓ 6-2 Y 6-0
El serbio Novak Djokovic trituró en la final de Indian Wells, primer Masters 1000 de la temporada, al canadiense Milos Raonic por 6-2 y 6-0 en una hora y 18 minutos, de forma que se convierte en el primer tenista con cinco títulos en el desierto californiano. Djokovic demostró una vez más que es el rey de reyes del tenis actual y sumó una nueva corona, la tercera consecutiva, en Indian Wells tras las obtenidas en 2008, 2011, 2014 y 2015. Es también su titulo 27 en un Masters 1000, con lo que iguala la marca del español Rafael Nadal.
El serbio domina los enfrentamientos previos con Raonic por 6-0 y 15-1 en sets. Ésta fue la segunda final en la que se veían las caras tras la de Paris-Bercy 2014, que acabó con 6-2 y 6-3 para el serbio. El número uno del mundo, rozando la perfección en su juego, hizo trizas el plan de su rival desde el primer momento. Raonic se mostró sobrepasado, sorprendido ante tal vendaval, casi inoperante sin que su saque hiciese el daño esperado y limitado tras el resto de su rival. Mientras tanto, el de Belgrado sonreía.
La estrategia que había sugerido en el día anterior -neutralizar su saque y poner el mayor número posible de restos en juego- le había salido a la perfección y se ponía 4-0. Treinta minutos de partido le costó al canadiense hacerse con su primer juego del choque, pero era demasiado tarde para reaccionar porque 'Nole' había puesto la directa y se agenció el primer set en 44 minutos, provocando un estruendoso aplauso por parte de los 15.000 espectadores que abarrotaban el estadio central de Indian Wells.
La sensación general era que el partido sería efímero. Y así fue finalmente. El tenis de Djokovic y su galería de golpes fueron creciendo aún más con el paso de los minutos. Todo lo contrario que el de su contrincante, que fue menguando hasta casi desaparecer con cada punto que se apuntaba el de Belgrado. Raonic no fue ni la sombra del jugador que venía sorprendiendo al circuito en 2016. Su servicio, en ocasiones demoledor, no resultó un factor en la contienda, y sin ese arma a su favor, el canadiense asusta mucho menos.