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Rescate en Cádiz

Un profesor de windsurf y su hijo salvan la vida a 8 inmigrantes en la playa de Sancti Petri

El dueño de una escuela de surf, su hijo y varios 'instagramers' salvaron la vida a ocho personas de las 35 que iban en una 'narcolancha' que les obligó a arrojarse al mar a 50 metros de la orilla. Cuatro perdieron la vida.

El surf 'salvó' la vida a 8 personas este miércoles, en la playa de Sancti Petri, en Chiclana de la Frontera (Cádiz), después de que una 'narcolancha' obligara a 35 inmigrantes a arrojarse al mar .

El dueño de una escuela de surf, Javier González; su hijo, Jorge, y varios 'instagramers' grababan un vídeo en ese momento, y su presencia al borde del mar en ese momento fue clave para ayudar en el rescate. Antena 3 Deportes ha hablado con González.

Grababan una publicidad cuando vieron a varias personas en el mar

En temporada baja, su negocio está cerrado, aunque realiza eventos puntuales. Precisamente, en uno de esos eventos, grababa junto a un equipo de 15 o 20 personas para una agencia de publicidad, y se encontraron con una imagen sobrecogedora: a plena luz del día, comenzaron a arrojar a varias personas por la borda. Algunos de ellos ni siquiera sabían nadar. En pocos segundos, la embarcación se dio la vuelta y se perdió en el mar. "Aquel día el ángel de la guarda estaba con ellos", cuenta él.

Se echaron al agua a 50 metros de la orilla

Según cuenta González, los estaban obligando a echarse al agua a unos 50 metros de la orilla, en una zona muy peligrosa, donde la corriente podía ser de unos cuatro nudos. A las adversas condiciones de la mar, cuyas corrientes empujan para el fondo, había que sumar que muchos de los inmigrantes llegan cargados de ropa, con varias mudas puestas. Entre la falta de pericia en el agua y el peso de la ropa, algunos parecían hundirse irremediablemente. Aun así, Javier no lo dudó y llamó a su hijo, que estaba trabajando con él, y cogieron la zodiac para intentar socorrerlos.

"Había tres boca abajo"

En ese momento, los presentes saltaron al agua para socorrer a los magrebíes, pero el dueño de la escuela les pidió a gritos que no lo hicieran, ya que, al no ser de la zona, las fuertes corrientes y el propio peso de los que ya estaban en el agua haría que ellos también corrieran peligro. Cuando él y su hijo lograron llegar hasta los inmigrantes "ya había tres boca abajo" y con "espuma blanca en la boca" y signos de ahogamiento. Según explica, los subieron como pudieron a la embarcación y los llevaron a la orilla, donde el resto del grupo ayudó con técnicas de reanimación y dándoles calor con su propia ropa. Desgraciadamente no pudieron salvar a todos, cuatro personas murieron.