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Dagoberto Moll, al gimnasio cinco veces por semana con 93 años: "El secreto es ser constante"

El deporte es sinónimo de salud y eso lo sabe muy bien Dagoberto Moll. Tiene 93 años y no perdona ni un día su rutina de ejercicios. Además, cinco veces al día entrena intensamente en el gimnasio; dice que es su secreto para sentirse tan joven.

Dagoberto Moll (Montevideo, 1927) es una de las figuras históricas del fútbol gallego y, a sus 93 años, sigue cuidando su cuerpo y su mente. Para ello, acude cinco veces a la semana al gimnasio de la Solana, en A Coruña, donde goza del cariño de trabajadores y usuarios, y donde realiza su rutina diaria en la que ejercita una musculatura que se resiste al paso de los años.

“El secreto es ser constante y no perderse ningún entrenamiento”, afirma Moll, que madruga cada mañana, va caminando desde su casa hasta el gimnasio, entrena durante una hora y media y regresa de nuevo a pie. “Mi rutina de trabajo es muy tranquila, no levanto grandes pesas pero hago muchos ejercicios distintos”, explica mientras ejercita sus bíceps con dos mancuernas de cuatro kilos cada una.

En tiempos de pandemia, Moll tiene que entrenar con mascarilla, como todos los usuarios de los gimnasios en Galicia, una circunstancia a la que también ha sabido adaptarse sin dificultades. Para los próximos días espera recibir la segunda dosis de la vacuna contra la Covid-19.

Lejos han quedado sus años dorados de futbolista y también entrenador. Todavía recuerda su llegada a A Coruña, en 1949, en una odisea de viaje que le trajo desde Montevideo a Riazor tras coger un barco, siete aviones, un tren de Madrid a Betanzos y un coche hasta la ciudad herculina.

Jugó junto a Suárez y Kubala

Formó parte de una de las mejores delanteras del Depor, fue traspasado al Barcelona junto con Luis Suárez y allí pudo jugar al lado de otros mitos como Kubala. Una rotura de menisco y ligamentos de su rodilla derecha cortó su trayectoria. Mermado en sus facultades volvió a Galicia, al Celta, eterno rival del Depor, pero se lo perdonaron.

Como entrenador, desarrolló su carrera en España y México. Debutó con el Albacete Balompié. Fue el primer entrenador en la historia del Compostela, en 1962, y también dirigió al propio Deportivo de la Coruña en Primera División. Dio el salto al otro lado del charco, donde conquistó una Copa de Campeones de la Concacaf con el Atlético Español mexicano, en 1976.

Se siente tan gallego como uruguayo, y lamenta la situación en la que se encuentra el club de sus amores, el Deportivo de la Coruña, en Segunda División B. “Me da mucha pena verles ahora dónde están, y espero que salgan pronto de ahí”, suspira.

Sobre el fútbol actual dice, sin tapujos, que “lo respeto, pero me aburre. Antes se jugaba más directo, ahora se dan demasiados pasecitos, sin profundidad, siempre jugando hacia atrás, es muy aburrido”, sentencia.

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