PEGARON LA PERILLA CON RESINA
La chapucera restauración de la barba de la máscara de Tutankamón, icono del Museo Egipcio de El Cairo, ya se ha cobrado su primera víctima, la de la máxima responsable de los trabajos de restauración del emblemático museo, Ilham Abdelrahmán, que ha sido trasladada al Museo de Carruajes Reales.
El ministro de Antigüedades, Mamduh al Damati, dio a conocer esta decisión, que se produce tres días después de que las autoridades reconocieran la "restauración defectuosa" de la joya de la corona del mayor museo de arte faraónico del mundo.
Según expresó el director del departamento de Museos, Ahmad Sharaf, a la agencia oficial de noticias del país, todas la personas relacionadas con lo ocurrido están siendo investigadas para tomar las decisiones oportunas. Tras la fulminante destitución de la directora de restauración, su puesto será ocupado de forma interina por el principal especialista en trabajos de restauración del Museo Copto, Said Abdelhamid, mientras continúa el vendaval desatado por el criticado trabajo.
El desaguisado, que se conoció por una filtración de unos trabajadores de la institución descontentos con el resultado de la intervención, ha hecho zozobrar el barco insignia de los museos egipcios, sobre el que han arreciado nuevas olas de crítica. La última ha sido la de un responsable que ha llegado a asegurar que la máscara de Tutankamón que se expone en el museo es una mera imitación del original, que habría sido robada durante los disturbios que siguieron a la revolución del 25 de enero de 2011.
Sharaf se precipitó a negar estas denuncias e hizo hincapié en que solo hay una máscara y en que es la original. Asimismo, indicó que se tomarán medidas contra el autor de estas polémicas declaraciones, a quien el responsable de museos acusó de de intentar perjudicar "la imagen del país" y el flujo de turistas, para quienes la visita al tesoro de Tutankamón es parada obligatoria en todo viaje al país de los faraones.
Ante la polémica suscitada tras conocerse el desmán arqueológico, el ministro intentó el sábado quitarle hierro al asunto en una rueda de prensa multitudinaria. Además de sostener que la cuestión había sido exagerada por los medios de comunicación, el ministro de Antigüedades subrayó que la restauración "puede ser reversible". La perilla del joven faraón, que gobernó en el siglo XIV antes de Cristo, se desprendió de la máscara funeraria el pasado agosto tras un accidente ocurrido durante unas obras realizadas para cambiar la iluminación del museo, según reconocieron las autoridades que, no obstante, no dieron más detalles sobre el incidente.
Desde entonces, no se habían tenido noticias sobre la pieza arqueológica hasta que se produjeron las denuncias anónimas sobre la utilización de resina "epoxy" para adherir de nuevo la barba al rostro. Denuncias que fueron acompañadas de unas imágenes que mostraban, incluso a los ojos de los no especialistas, que el trabajo de restauración había sido todo un fracaso y que la resina era observable a simple vista. Así lo reconoció el pasado fin de semana el restaurador alemán Christian Eckmann, que colabora con las autoridades egipcias.