Carne sintética

Qué es la carne cultivada en laboratorio: cómo se produce y cuáles son sus pros y contras

La carne sintética o de cultivo pretende ser una alternativa a la carne 'real', aunque su producción plantea todavía numerosos interrogantes.

Carne cultivada en un laboratorioiStock

Lo mismo que la carne animal, pero sin el animal. Así es como los científicos definen la carne sintética. Nos encontramos ante una alternativa real a la carne 'real' y que, gracias a su hipotético bajo impacto medioambiental, pretende revolucionar la industria alimentaria. Un 'alimento' que, no obstante, plantea numerosos interrogantes y que cuenta con partidarios y detractores. Ahora bien, ¿qué es exactamente esto de la carne sintética?

La primera hamburguesa 'de laboratorio'

En 2013 se presentó en un multitudinario acontecimiento en Londres la primera hamburguesa creada en un laboratorio. Para su producción, los científicos tomaron células madre del tejido muscular de la vaca, que cultivaron promoviendo su crecimiento para que tuviera forma de 'hamburguesa'. Este producto sintético fue el resultado de dos años de producción tuvo un coste de unos 250.000 euros por unidad, es decir, por hamburguesa. Un precio desorbitado, pero también un trabajo que puso la primera piedra en el campo de la carne artificial.

Esta carne cultivada o sintética se trata, pues, de una creación de laboratorio, del resultado de extraer células madre de músculos de animales -como pueden ser vacas, pollos o cerdos- y combinarlos con otros elementos. Vemos de esta manera que, a pesar de su nombre, este tipo de carne no está completamente exenta del origen animal, el cual, aunque de otra manera, sigue apareciendo en la ecuación: no en el plato, sino como 'paciente' en manos de científicos.

Aprobada su producción y venta

En junio de 2023, el Departamento de Agricultura de EEUU aprobó la producción y venta de carne de pollo sintética por dos empresas ('Upside Foods' y 'Good Meat'). Cada una de ellas se asociará inicialmente con un restaurante: 'Upside' con el Bar Crenn de San Francisco y 'Good Meat' con el China Chilcano del español José Andrés en Washington DC. Ahora bien, la idea ulterior es la de comercializar también otras carnes cultivadas en laboratorio y ponerlas a la venta en supermercados y restaurantes.

Esta decisión del USDA convirtió a Estados Unidos en el segundo país, tras Singapur, que legalizó la carne sintética. Un importante impulso para la industria tras aquella hamburguesa londinense de hace una década: más de 150 empresas desarrollan hoy en día la carne artificial en EEUU, con una inversión de 896 millones de dólares (812 millones de euros) solo en 2022.

Aunque no todos los países son tan 'amigos' de este invento: Italia se ha convertido en el primer país europeo en prohibir la carne artificial y las multas por vender estos productos ascienden a los 60.000 euros. Una medida con la que el Gobierno de Meloni quiere proteger la dieta mediterránea y la salud.

¿Cómo se fabrica la carne sintética?

La carne artificial se produce a partir de células madre musculares extraídas de animales. Es decir, cogiendo "células de animales que normalmente producen carne para nosotros y utilizar esas células como fuente de energía para hacer crecer la carne fuera del animal", tal y como explica David Kaplan, director del Centro de Agricultura Celular de la Universidad de Tufts (Estados Unidos), en una entrevista recogida por National Geographic.

Estas células animales -que se obtienen a menudo mediante la biopsia de un animal vivo o recién sacrificado, o extrayendo células de un óvulo fecundado- se colocan en un medio de cultivo que contiene los elementos necesarios para su crecimiento, consiguiendo así que las células se multipliquen en un laboratorio. Además de otros nutrientes, estos elementos son, principalmente, los siguientes:

  • Suero fetal bovino
  • Mioglobina
  • Vitaminas
  • Aminoácidos
  • Grasa y tejido conectivo

Estas células musculares en su medio de cultivo se colocan en un disco de crecimiento para que tomen la forma deseada. Además, como las células necesitan adherirse a algo para crecer, también hay que colocar 'andamios' para que las células crezcan y formen una estructura como la de la carne -el material del que estén hechos estos andamios puede ser almidón, pectinas u otros, y también formará parte del producto final-. Y para conseguir el tono de un músculo real, se somete a las células a estimulación eléctrica.

El resultado, en teoría, es el de un producto que tiene tanto el aspecto como el olor, el sabor y el tacto de la carne que todos estamos acostumbrados a consumir.

A favor de la carne cultivada...

Se calcula que anualmente se sacrifican a nivel mundial unos 70.000 millones de animales terrestres para la alimentación, de los que unos 300 millones son reses. Animales que, en muchos casos, viven hacinados en estrechas jaulas. Además, el impacto medioambiental de alimentar a todos esos animales es enorme y la mayoría de los cultivos van destinados al ganado. Sin olvidar que los desechos agrícolas y ganaderos contaminan las aguas superficiales y subterráneas y que la ganadería es responsable directa del 15% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.

En teoría, el cultivo de carne podría resolver todos o muchos de esos problemas.

... y en contra del cultivo de carne

Uno de los inconvenientes principales de la carne artificial es el expuesto por Marco Springmann, científico medioambiental de la Universidad de Oxford (Reino Unido), a la CNBC: la cantidad de energía necesaria para el proceso de producción es tan grande que la carne cultivada tiene una huella de carbono cinco veces superior a la del pollo. A esto hay que sumarle su elevado coste económico de producción y las objeciones éticas que pueden generar.

Además, aunque en la práctica, el sabor y el olor son casi indistinguibles de los de la carne real, sigue habiendo problemas para conseguir que la textura sea la adecuada.