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Pero después de estar muy bien conservadas durante milenios, en la última década muchas de las momias Chinchorro han comenzado a degradarse rápidamente. Para descubrir la causa, y una manera de detener el deterioro, los conservadores chilenos recurrieron a un científico de Harvard.
Cerca de 120 momias Chinchorro están alojadas en la colección de la Universidad de Tarapacá museo arqueológico en Arica, Chile. Ahí es donde los científicos notaron que las momias estaban comenzando a degradarse visiblemente a un ritmo alarmante. En algunos casos, las muestras estaban convirtiéndose literalmente en un cieno negro.
"En los últimos diez años, el proceso se ha acelerado", dijo Marcela Sepúlveda, profesora de Arqueología de la Universidad de Tarapacá. "Es muy importante obtener más información acerca de lo que está causando esto y hacer lo que sea necesario para preservar las momias Chinchorro para el futuro."
¿Qué se come las momias? Para ayudar a resolver ese acertijo, Sepúlveda pidió a expertos de Europa y América del Norte, entre ellos Ralph Mitchell, profesor emérito de Biología Aplicada de la Universidad de Harvard. Mitchell ha utilizado sus conocimientos en microbiología ambiental para determinar las causas de la decadencia en otros casos, desde manuscritos históricos a las paredes de la tumba del rey Tutankamón pasando por los trajes espaciales del programa Apolo.
"Sabíamos que las momias se degradaban pero nadie entendía por qué", dijo Mitchell. "Este tipo de degradación nunca ha sido estudiado antes. Queríamos responder a dos preguntas: qué lo estaba causando y qué podemos hacer para evitar una mayor degradación".
La preparación de las momias "fue un proceso complicado que tomó tiempo y un conocimiento increíble", dijo Sepúlveda. El Chinchorro extraía primero el cerebro y los órganos, y luego reconstruía el cuerpo con fibra, llenaba la cavidad del cráneo con paja o ceniza, y usaba cañas para coser todo conectando la mandíbula al cráneo. Un palo mantenía la columna recta y atada al cráneo.
El embalsamador restauraba la piel en su sitio, a veces utilizando también la piel de lobos marinos y otros animales. Por último, la momia estaba cubierta de una pasta, con colores que se asignan a determinadas épocas.
Lo primero que Mitchell y su equipo necesitaba era evidencia física, algo que Sepúlveda suministró en forma de muestras, tanto piel degradada como en buen estado a partir de las momias en la colección del museo.