CORTÓ TRES OREJAS

El Juli regala a Sevilla una magistral faena y sale a hombros por la Puerta del Príncipe

El diestro Julián López "El Juli" cortó tres orejas y salió a hombros por la Puerta del Príncipe de la Maestranza en Sevilla en el festejo celebrado con motivo del Domingo de Resurrección.

El diestro Julián López "El Juli" ha cortado tres orejas y ha salido a hombros por la Puerta del Príncipe de la Maestranza en el festejo celebrado en Sevilla con motivo del Domingo de Resurrección.

Cuando "El Juli" se fue a portagayola para recibir al quinto de la tarde ya se mascaba la Puerta del Príncipe. La oreja cortada al segundo y la incontestable y magistral demostración de poderío y primacía hacían presagiar el paseo bajo ese legendario arco que volvió a abrirse para el madrileño después de un año de ausencia de la plaza de la Maestranza.

Todo fue intenso: desde que cruzó el inmenso ruedo sevillano para postrarse de hinojos para pasarse por la hombrera al segundo de la tarde, un buen toro de Garcigrande que le permitió expresar cadencia y nuevos registros en el manejo del capote, especialmente en un quite que combinó tijerillas y chicuelinas.

"El Juli" puso calor a la tarde y apretó el acelerador al máximo en una faena que comenzó con armonía y hondura y a la que sobró, seguramente, la alta exigencia del concepto del maestro madrileño, que citó al toro muy desde abajo en una faena de alto nivel, plagada de imaginación y estética, pero a la que le faltó mayor redondez para validar la segunda oreja.

El quinto toro puso en aprietos a "El Juli"
En cualquier caso, la faena estuvo presidida por pasajes de altísima nota y trufada de detalles de torería, a los que siguió un tremendo arrimón final. Una estocada a capón puso en sus manos esa primera oreja pero aún quedaba lo mejor. El quinto le puso en aprietos y le apretó en los primeros lances, después de resolver con algunos apuros la larga cambiada a portagayola.

Dos lances y una media volvieron a revelar esa cadencia que ha convertido al diestro madrileño en un gran intérprete del toreo de capote. El toro tenía temperamento y no permitió ni un error al Niño de Leganés, que resultó prendido dramáticamente cuando trataba de colocar un par de banderillas.

Repuesto el orden, Julián se puso a torear con la muleta enterrada en el albero cuajando sensacionales muletazos muy para adentro y con trazo largo y rotundo. El toreo se mostraba esta vez desnudo y macizo, sin ningún tipo de aditamento, llevando y pulseando una encastada embestida que se enhebró a la perfección a la maestría de El Juli, convertido en definitivo dueño de la escena. Del toreo en redondo, un cambio de mano sirvió de nexo para que brotaran los naturales, largos y templados.

La plaza ya era un manicomio y el torero aún liberó la tensión con cambios de mano, molinetes y pases de pecho que hilvanaron unas series con otras. El faenón estaba hecho y la estocada, sin perdón, puso en sus manos dos orejas que el presidente sacó a la vez, sin pensárselo dos veces. Le llegaron a pedir el rabo, que hubiera sido justo por su gran tarde.

"Morante" había tirado por la calle del medio con un primero de escasas posibilidades y se esforzó mucho más con el cuarto, un toro remiso al que logró enjaretar un mazo de verónicas alternadas con chicuelinas de otro tiempo que volvieron a redimirle. Manzanares se mostró algo conservador con el segundo, un animal bueno con el que se mostró pulcro pero frío. Con el sexto se esforzó mucho más y llegó a torearlo con templaza y belleza aunque la escasa contundencia de los aceros escamoteó el posible trofeo.

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