FERIA DE FALLAS 2014 | 15 DE MARZO
Genial Morante, en una plácida tarde de Fallas
Saludo y quite del de La Puebla al segundo fueron simplemente geniales. De videoteca. Manzanares hizo una faena perfecta al tercero, estocada incluida. Finito, por encima de lote, brilló también, y no era fácil con sendos ‘rivales’.
De no haber mediado la falta de fuerzas de los toros de Juan Pedro, la séptima de feria habría acabado en formidable triunfo de una terna que salió al ruedo de la plaza de Valencia con evidente motivación, y la seguridad en sus calidades respectivas.
De capote estuvo por encima de la media –altísima siempre- Morante de la Puebla, que enjaretó al segundo en el saludo cinco verónicas rematadas con media cambiando de mano extraordinarias. No contento con eso, se deleitó con otra serie por ajustadas chicuelinas de mano baja que pusieron en pie los tendidos.
A la muleta llegaba el de Juan Pedro muy justito, pero el de La Puebla se estiró con él para cuajar una faena muy firme, muy bien administrada y de cierto sabor añejo. Rubricó ademas la obra con un estoconazo en la misma cruz. Una oreja.
No pudo repetir en el quinto lo hecho en el primero de su lote, pues el animal, deslucido como pocos no permitió lucimiento. Con la muleta, se empeñó Morante en sacar de un pozo sin agua, demostrando que 2014 es un año especial para él.
El triunfador numérico de la tarde, José María Manzanares, estuvo por encima de un buen tercer toro, con clase pero limitado físicamente, al que el alicantino no atacó nunca, dio descansos y dio los tiempos y distancias justas. Un cambio de manos fue simplemente de cuadro. Mató además como nunca, es decir, como siempre.
El sexto se partió una mano al inicio de la faena y Manzanares tuvo que matarlo sin posibilidad de redondear.
El tercero en discordia no quiso ser convidado de piedra. Finito de Córdoba, sirva de ejemplo del momento en el que encuentra, recibió al que abría plaza con una larga de rodillas. Nadie se lo podía creer. Tanta clase tenía el juanpedro como poco motor, y acabó devuelto a los corrales. En su lugar, un jabonero del mismo hierro que, aunque también flojito, tuvo nobleza y clase suficientes para que Finito dejara una decena de muletazos de presentación.
En el cuarto sacó Juan lo mejor de su tauromaquia, tremendamente estética, para deleite de un público que no le había echado en cuenta en el primero pendientes de protestar al toro. Buen toreo en redondo, largos y templadísimos naturales y una formidable estocada con el toro rajado en tablas. Merecidísima oreja.