A principios del S. XX apenas había cuatro o cinco ambulancias en todo Melilla. Se parecían más a una furgoneta vacía y no disponían de ningún material médico. Las carreteras hacían difícil el acceso, por ello eran los camilleros eran los que desalojaban heridos, después se ayudaban por mulos. El siguiente paso era transportarles en ambulancia y, después, en tren.