La pasión de Max, estropeada por un costoso regalo: ¡Un vino acorchado valorado en 1000 euros!

Antes de que se descubriese el asesinato que cometió en 1991, Weber le regaló a Max una botella de su reserva de vino valorada en 1.000 euros. Como recompensa por averiguar quién mató al perro de la familia y quién estaba detrás de las cartas amenazadoras.

Al cerrar el caso por completo, el detective se dispone a catar el vino que le han regalado, por el trabajo realizado, junto a Miranda, Joan y Carmen. Al probarlo, se da cuenta de que el aroma y el sabor no es como él esperaba, sino que, todo lo contrario, el vino se había acorchado.