Miranda se la juega a Max y le hace pensar que es mejor catadora de vinos que él

Al tratar el caso sobre una bodega de vinos, Max afirma que le gusta el mismo, y que sabe sobre muchos de ellos. Joan, el dueño del bar al que frecuentan ir, y padre de Carmen, su novia, apuesta con él dinero a que no adivina el vino a través de la cata que va a realizar.

En efecto, Max no adivina el vino que es y le da el dinero correspondiente de la apuesta al hostelero. Acto seguido, es Miranda quien trata de adivinar el vino, pero lo que Max no sabe es que Joan y ella están compinchados.

Al acertar la cata, el detective trata de buscar respuestas sobre cómo lo ha podido adivinar, pero la policía confiesa que el camarero se lo había enseñado justo cuando Max había ido al baño.