Carlitos con un libro junto a Lucía | Pipo Fernández
Lucía mira desde el pasillo | Pipo Fernández
Culebra sentado en el bosque | Pipo Fernández
Michelle con un bote en la mano | Pipo Fernández
Michelle toca el cuello de Culebra | Pipo Fernández
Culebra muy guapo | Pipo Fernández
Michelle en la moto | Pipo Fernández
Dorita habla por teléfono | Pipo Fernández
Julia en un laboratorio | Pipo Fernández
Humberto mirando unos papeles | Pipo Fernández
Lucía mira con cara de pena | Pipo Fernández
Carlitos con una actitud muy chula | Pipo Fernández
Mario junto a Julia y Carlitos | Pipo Fernández
Rosa Ruano regaña a Borja | Pipo Fernández
Borja Ruano con los pelos de punta | Pipo Fernández
Mario con cara de preocupación junto a Julia | Pipo Fernández
Sandra habla con Lucía | Pipo Fernández
Carlitos y Lucía muy atentos | Pipo Fernández
Leo pensativo ante la mirada de Culebra | Pipo Fernández
Culebra asomado a un balcón | Pipo Fernández

Carlitos y Lucía están muy preocupados por la relación de Sandra y Culebra. Les ven más separados que nunca. Lucía sabe que Culebra está enamorado de ella, y no entiende por qué no se lo dice. Sobre todo ahora que Sandra teme que Culebra se esté olvidando de ella. Los niños  no comprenden por qué los mayores no se dicen que se quieren, así que ven necesario recurrir a la magia para conseguirlo; Carlitos tiene un cuento de alquimia y está seguro de que podría hacer una pócima mágica de amor que solucionara todos los problemas de Sandra y Culebra.

Leo y Culebra están dispuestos a encontrar a Humberto y, con él, la solución para lo que les ocurre. Culebra lo hace por Sandra, para poder estar con ella; si encontrara a ese hombre, podría curarla y al fin estar juntos. Por eso, y sólo contándoselo a Lucía, va con Leo hasta Villa Dorita en busca de alguna pista del paradero de ese hombre. Sandra, alarmada por Lucía, que está preocupada por su hermano mayor, va también allí, desconcertada al saber que Culebra está en ese sitio tan peligroso por ella.

Michelle sigue detrás de descubrir el poder de Leo. Por eso, al escuchar que Sandra va a un lugar llamado Villa Dorita en el que están Leo y Culebra, no duda en seguirla.  Allí descubre algo que no esperaba: Sandra y Culebra están enamorados. Consciente de la gravedad de la situación, sus objetivos cambian y destrozar esa pareja se convierte en su prioridad. Por eso decide seguir a Culebra cuando sale de Villa Dorita, enfadado tras la discusión con Sandra. Michelle sabe que no lo tiene fácil para ganarse al chico, así que utiliza una araña venenosa para que le pique.

Borja Ruano se está haciendo un hombrecito. La prueba es el mostacho de pelo bien negro con el que ha amanecido. A Antonio le llena de orgullo ver que su hijo va a ser tan peludo como él. En cambio a Rosa le llevan los demonios al pensar que, en nada, el niño tendrá edad como para afeitarse. Por eso se niega a quitarle el bigote, a pesar de que a Borja le está traumatizando; se ha convertido en el centro de las burlas de los niños de su clase.

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