Las malicias de Francisca se le han vuelto en su contra y
ahora vive una de sus peores épocas. Encerrada en su cuarto y sin comer. En un
acto de debilidad, Francisca se abalanza sobre el plato que le preparó su tía
Eulalia, un ratón asado. Le han amenazado con que si no se lo come, no volverá
a pegar bocado.