La cara de Onésimo ha sido un poema al abrir el regalo
Onésimoespera impaciente el regalo de los vecinos de Lourdes, y Graciale intenta convencer de que no se espere nada grandioso. Por fin el regalo ha aparecido de la mano del padre Don Berengario y ha resultado ser un rosario bendecido por el mismísimo Papa Pío XI.