El sacerdote de Puente Viejo acude a la tienda de Gracia indignado, escandalizado y furioso. Don Berengario llama a Gracia pecadora y pervertida por traer el pecado al pueblo. Parece que la idea de hacer un desfile de trajes de baño no le hace mucha gracia al sacerdote. Así, le informa de que la iglesia prohíbe dicha actividad.