Camila se mira al espejo y sufre. Sufre viendo las marcas de dolor que tiene en el cuello. Su sufrimiento ya no solo es interno por la presencia de Néstor, ahora también lo sufre en su propia piel. Hernando, sin embargo, sigue actuando como un verdadero galán arropándola mientras duerme. Ella, por su parte, finge estar dormida para evitar que sus marcas sean descubiertas.