La culpa se apodera de Don Anselmo al borde de un precipicio
Don Anselmo se siente destrozado por haber confesado lo que no debía a las autoridades de Puente Viejo. Se siente culpable por haber puesto en peligro a Carmelo y a Don Berengario. En un precipicio, le pide explicaciones a Dios por haberle obligado a hacerlo.