“Somos un batallón”: Leonor y Miguel tranquilizan a Pelayo ante su inquietud por Marcelino

Marcelino está muy raro desde que Pelayo anunció su jubilación. El hombre nota el silencio de su hijo y no puede evitar el dolor y la preocupación al verle en ese estado.

Leonor ha intentado calmar a su abuelo y le ha dicho que Marcelino está así porque está sobrepasado con la vuelta de casi todos sus hijos. “Somos un batallón”, ha respaldado Miguel a su mujer.

De todas formas, Leonor prefiere el silencio a uno de los escándalos típicos de Marcelino. Sin embargo, Pelayo agradece la personalidad de su hijo, sin la cual no hubiera conocido a Marisa, de la que está profundamente enamorado: “Ha sido una suerte”.

Leonor ha entrado en pánico al imaginarse la venta del bar. Miguel cree que eso sería muy exagerado, pero la duda se ha instaurado en la mujer, que conoce perfectamente la impulsividad de su padre.

“No me imagino esta plaza sin él”, ha dicho Leonor nostálgica. Miguel le ha intentado tranquilizar comparando su situación con el renacimiento de confecciones Quevedo, consiguiendo así el efecto contrario, que se ha enfadado con él por su falta de tacto.