En Alhama (Murcia)
Felisa y su marido no tienen dónde llorar a sus difuntos: "Me dijeron que habían vaciado y vendido la tumba"
Cada año, esta mujer recorre 350 kilómetros desde Málaga para limpiar las tumbas de sus fallecidos. Sin embargo, esta última ocasión ha sido distinta al encontrar con que habían sacado los restos y los habían empaquetado en bolsas sin avisarla previamente.
A sus 77 años, Felisa no tiene dónde llorar a sus difuntos. Toda su familia estaba enterrada en el cementerio de Nuestra Señora del Carmen en Alhama (Murcia), al que ella acude una vez al año a limpiar a que vive a 350 km, en Málaga.
En esta ocasión, sin embargo, se ha encontrado con que alguien había abierto y sacado los restos y los había empaquetado en bolsas sin comunicárselo. Además, no sabe dónde descansan ahora sus fallecidos.
El motivo es que Felisa no pagó una cuota impuesta hace años porque no sabía que existía y que abonó nada más enterarse. El ayuntamiento, sin embargo, ha vendido la fosa y para compensarle le dieron otro nicho diferente que estaba en ruinas.
Felisa quiere ahora recuperar las bolsas con los huesos de sus fallecidos, pero se niega a enterrarlos ahí. Hemos hablado con ella que nos ha contado que el disgusto que tiene es inmenso, y su marido está sufriendo mucho porque son sus padres y abuelos.
El cementerio ha dado su versión y ha asegurado que no hay ninguna denuncia y que es todo inventado. "No ha habido ninguna exhumación", ha dicho.
Felisa ha respondido y ha contado que ella no quiere hacer daño a nadie ni molestar, solo que le devuelvan su tumba, que era suya desde los años 40.
Ahora no saben dónde están los restos de sus familiares, porque están etiquetados en una bolsa, y ha dejado claro que cuando se los devuelvan van a hacerle una prueba de ADN en caso de que sea posible.
En Y ahora Sonsoles conocimos el caso del cementerio de El Entrego, en Asturias, que cerró después de que el propietario de los terrenos del campo santo se jubilara tras 4 años avisando de que iba a cerrar.