Investigación

Denuncian que pasan hambre en la residencia de mayores: "Esa comida no era ni para dársela a los perros"

Los familiares de algunas residencias se han quejado de la poca y mala calidad de la comida que toman sus padres en lugares por los que llegan a pagar incluso 2.000 euros al mes. Los ancianos pierden peso y nadie se preocupa, algo que denuncian sus hijos.

Una de las mayores preocupaciones de los hijos que tienen a sus padres en residencias de mayores es qué comen. Los familiares han mandado unas imágenes de lo que consumen cada día, preocupados por la situación en la que viven.

"Mi padre en 4 días perdió 4 kilos", ha asegurado Conchi, una de los familiares que tuvo a su padre en una residencia de Valencia durante solo 5 días. Ahora se encuentra en el hospital.

No solo perdió peso, sino que estaba deshidratado y perdió la dentadura, por lo que no podía comer. "Para nosotros ha sido un sueño terrorífico, para él no me lo quiero ni imaginar", ha asegurado.

Además de los familiares, también una empleada de una residencia de Madrid ha denunciado el hambre que pasan los mayores, con quienes lleva trabajando 12 años. "La comida era horrible", ha confesado, además de dejar claro que no tiene sentido hacerle una cura a una persona si no te preocupas por si está mal alimentado.

"Yo me compraba comida para comer"

Tomás Plaza, afectado

Maite, de 72 años, es una de las mujeres que ha estado interna en una de estas residencias. Concretamente en una de Madrid donde las plazas cuestan 2.000 euros.

Ella ha estado haciendo fotos a sus comidas durante 6 meses, y el resultado ha sido una cena que consta de un pimiento y dos pedazos de morcilla, un lomo crudo o un trozo de pollo en escabeche. Una comida insuficiente que les hace quedarse con hambre.

En 'Y ahora Sonsoles' hemos hablado con la residencia a raíz de las fotos de Maite, y han asegurado que no tienen constancia y que no saben si han quitado parte de la comida para hacer las fotos.

Un afectado por las residencias del hambre

Hemos hablado con Tomás Plaza, un hombre de 83 años que ha asegurado que tanto él como su mujer han pasado hambre en la residencia. "Yo me compraba comida para comer", ha confesado.

Ha dejado claro que no se podía dar peor de comer, "ni a los perros", ha dejado claro, además de que no era solo un día sino siempre.

A pesar de que se quejaban, no les hacían caso, ha dicho. Ahora está en otra residencia, y no tiene nada que ver y sí escuchan sus quejas. "Si pudiese me traería a todos mis compañeros que estaban allí", ha asegurado.

Pero no solo era la comida, sino también los cuidados.

Lo que tienen que hacer, ha dicho Tomás, es ponerse en el lugar de los residentes "al menos por una vez".