Tuvo que cerrar

El antiguo dueño del bar, la otra víctima de los manguerazos de Agustín: "Me arruinó la vida y cogí una depresión"

Después de la denuncia de Agustín, que aseguraba que no podía descansar por el ruido del local de Simone, hemos comprobado con un sonómetro cuántos decibelios se alcanzan, y estos no superan la normativa establecida por el ayuntamiento.

El bar sevillano que ha sido denunciado por un vecino a manguerazos debido al ruido que asegura llega hasta su casa cumple la normativa. Así lo hemos comprobado en 'Y ahora Sonsoles', donde hemos medido con un sonómetro los decibelios.

El ruido que llega a la casa de Agustín, el vecino denunciante, no supera los límites por lo que Simone podrá seguir abriendo su local hasta las cinco de la mañana, como establece el permiso que tiene.

Agustín, sin embargo, sigue pensando que tienen que respetar su derecho al descanso y por ese motivo ha puesto una cámara.

Agustín ha colgado, además, un cartel en su balcón en el que refleja que el vecindario no quiere tener un bar, lo que ahuyenta a la clientela del local. Además, este vecino riega con una manguera a los consumidores que salen a la calle.

En 'Y ahora Sonsoles' hemos hablado con Antonio, el anterior dueño del bar. El drama comenzó cuando falleció la madre de Agustín y, dos años después de aguantar la situación, decidió cerrar el bar e incluso cogió una depresión.

"Me arruinó la vida", ha dicho. El bar, ha explicado, está completamente insonorizado, algo que le costó 120.000 euros, e incluso más que de la licencia que tiene.

Agustín, sin embargo, no soportaba que los clientes salieran a fumar a la calle. "A lo mejor había 20 personas fumando pero sin vaso", ha explicado.

En ese momento, ha dicho, aún no regaba con la manguera, pero sí insultaba y a veces les tiraba cosas. Y es que él decía que estaba jubilado y que no tenía otra cosa que hacer que cerrar el bar.

Antonio denunció al vecino en su momento por amenazas y también por la pancarta, pero todavía no se ha dictaminado sentencia.

Simone está desesperada porque, asegura, ella cumple la normativa y los vecinos están forzándola a cerrar desde el primer momento que llegó al barrio.