Rosas comestibles
Rosas comestibles: un nuevo ingrediente en nuestra cocina
Todos sabemos a qué huelen las rosas. Pero, ¿a qué saben? Lo descubrimos con la ayuda de Germán, que lleva años cultivando rosas de distintos sabores y elaborando con ellas productos gastronómicos.
Aunque parezca increíble, todas las rosas son comestibles, siempre y cuando se hayan cultivado en un entorno natural sin presencia de productos artificiales. Y además, se han utilizado en la gastronomía desde hace mucho tiempo.
"Los romanos, por ejemplo, las empleaban en sus platos. Lo que pasa es que se ha perdido con el tiempo ese uso culinario", explica Germán Montoya, fundador de La Flor Del Agua. A este proyecto lleva dedicado varios años, cultivando de manera ecológica miles de rosas de distintas variedades, y por tanto, de distintos olores y sabores. Y elaborando con ellas productos que van directos a la mesa.
¿A qué saben las rosas?
"Las que tienen un sabor más agradable al paladar son las que se utilizan para hacer productos comestibles", desvela. Por lo general, su sabor es afrutado. Albaricoque, grosella, limón… Pero, ¿cómo es posible ese sabor? En realidad, el secreto reside en que cada rosa tiene más de 200 tipos de aromas esenciales. Dependiendo de cuál predomine en ella, el sabor nos recordará más o menos a una fruta u otra. Pero todo de forma natural, sin modificaciones genéticas ni injertos de ningún tipo.
Por otra parte, el color de las rosas no tiene que ver necesariamente con su sabor. Hay flores de color rosa que también huelen a limón, y rosas amarillas que huelen a fresa. Lo que sí está claro es que son fuente de vitaminas y antioxidantes. Una sola rosa aporta más cantidad de estos elementos que, por ejemplo, una bandeja de arándanos.
El menú… de color rosa
Con las rosas podemos hacer muchos platos y bebidas. Por ejemplo, una limonada, infusionando los pétalos y añadiéndole un poco de azúcar. También una ensalada con pétalos de rosa, a la que le podemos echar una salsa de chutney con sabor a limón. Por increíble que parezca, también se puede elaborar un ketchup con escaramujo, el fruto de la rosa. Y, por supuesto, postres como mermeladas, bombones y tartas.
Rosas ecológicas
Para cultivar sus rosas, Germán no utiliza insecticidas, fungicidas, herbicidas, ni fertilizantes artificiales. "Por eso, más que por cualquier otro motivo, son comestibles", aclara. Y por eso, cuenta, no es aconsejable comerse cualquier rosa que nos encontremos por la calle, porque no sabemos con qué productos ha sido tratada.