LOS PISOS SE VENDEN A UNA CUARTA PARTE DE SU VALOR
Seseña: El sueño truncado de Francisco Hernando, "el pocero"
Seseña no es lo que pretendía ser, pero poco a poco, vence su imagen de desolación. Hoy es el paraíso de los chollos, pisos de gran calidad a una cuarta parte de su valor. Una oportunidad para los que compren, rabia para los que ya lo hicieron.
Un barrio de Seseña ha pasado de ser el icono de la burbuja inmobiliaria, al máximo exponente de su explosión. Un imperio del ladrillo levantado por un empresario, Franciso Hernando, que presumía de no haber leído un libro en su vida. Quizá, basándose en su biografía, quisó que de la nada, de un secarral manchego en el límite de la provincia de Toledo con Madrid, surgiera toda una ciudad.
Eran días de vino y rosas para el ladrillo. Los pisos, un valor seguro que cotizaban al alza. Se hablaba de un negocio en Seseña de 6000 millones de euros, y todo urdido por un empresario que se jactaba de no haber leído jamás un libro. Eso sí, tenía el yate privado más grande de España, una fortuna que en el año 2006 él valoraba en 600 millones de euros y una flota de aviones particulares que no dudó en poner a disposición de la familia de Rocío Jurado cuando estaba enferma. Sus enfrentamientos con el alcalde de Seseña fueron sonados. Fue denunciado en varias ocasiones por corrupción y el ayuntamiento solo garantizaba el agua para 2000 de las 13.500 viviendas proyectadas. El pocero también tuvo con la prensa sus más y sus menos.
En septiembre de 2007 inauguró el residencial por todo lo alto. Una fiesta a la que acudieron miles de personas. No faltó de nada, bebida, comida y la voz de Falete. Al año siguiente la burbuja estalló. Las 13.500 viviendas quedaron reducidas a 5.000. Adiós al sueño del "pocero". Intentó reflotar su imperio inmobiliario en Guinea Ecuatorial. Construir en el cortijo de Teodoro Obiang 36.000 viviendas. Todo estaba a punto. Pero el dictador acabó por no fiarse de Francisco Hernando y desistió del proyecto. Ahora el litigio está en los tribunales. Pese al fracaso, inasequible al desaliento, aseguran que ahora prueba fortuna en Arabia Saudí, pero sigue siendo un misterio.