CASO MADRID ARENA

Rescató a una chica y declara por trabajar ilegalmente en la fiesta del Madrid Arena

Hoy tiene lugar un nuevo episodio en la instrucción del caso del Madrid Arena. Declara en el juzgado número 51 de Plaza de Castilla en Madrid, Mario García Cepa, un policía local de 32 años que supuestamente trabajaba de manera ilegal en la seguridad de la fiesta en la que murieron 5 jóvenes.

Se trata de la declaración ante la policía del agente municipal que socorrió a una de las víctimas de la avalancha mortal del Madrid Arena. El hombre que sacó en brazos a una de las víctimas entre el tumulto. Su imagen de héroe luego se vio ensombrecida por el hecho de que ese día este policía estaba trabajando en realidad como portero.

Sin embargo, en su declaración, Mario asegura que la única finalidad por la que aquella noche estaba en el recinto era la de entrevistarse con unos amigos. Una declaración en donde el agente relata su versión de lo ocurrido durante aquella fiesta de Halloween.

Asegura que era tal la cantidad de gente que abarrotaba tanto los pasillos como los vomitorios que tenía que caminar a un ritmo muy lento. De repente, observa como unas cuatro o cinco personas con petos de color amarillo fosforescente, los vigilantes de seguridad, se dirigen a la carrera hacia uno de los vomitorios. Inmediatememte después, asegura, escucha una detonación. Es decir, según el policía local ya había taponamientos antes de que se produjera el estallido de varias bengalas.

Cuando Mario baja las escaleras lo que se encuentra es a los vigilates de seguridad privada formando un cordón humano impidiendo que las personas que están en el vomitorio de la muerte puedan acceder a la pista central. Es entonces cuando se percata de la verdadera tragedia. Como el túnel se encuentra totalmente colapsado por un gran tumulto de gente, los cuales, dice, se agolpan unos encima de otros formando una auténtica montaña humana, el agente comienza a socorrer a las personas atrapadas. En la parte baja de esa montaña humana localiza el torso de una chica que se convierte, asegura, en su máxima prioridad. Una joven de unos 19 años, que se encuentra en estado grave, con los ojos completamente abiertos, las pupilas dilatadas y los labios entumecidos. Tras 4 o cinco minutos, consigue por fin liberarla, arrastarrla y apartarla del tumulto para poder prestarle la asistencia sanitaria precisa. Pero era tal la cantidad de gente que le es imposible atenderla allí.

El polícía relata cómo se la lleva hasta una barra portátil donde inicia las maniobras de recuperación, durante al menos, dice, 15 minutos. Y tiene que pasar otros 10 minutos más, asegura, hasta que los facultativos logran acceder a pie al interior del Madrid Arena.

 

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